Chevrolet fue por muchos años la marca preferida de los colombianos.
General Motors (GM) decidió apostar en Colombia, desarrollando una industria de automóviles que les permitiera a los colombianos acceder a tecnología, diseño, y calidad con sus automóviles.
Colmotores, que había sido fundada en 1956 en un acuerdo para ensamblar la marca británica Austin, pasó después a una breve relación con Renault, posteriormente a manos de Chrysler, y en 1979 se convirtió en una de las principales operaciones de General Motors en América Latina.
A partir de este año, Colmotores comienza su época dorada y bajo su marca insignia Chevrolet, ofrecía un sinnúmero de automóviles; tendríamos que recordar el famoso Chevette, el Monza, el Sprint, el Swift, el Corsa, la Zafira, la Luv, y más recientes el Aveo o el Optra, entre otros.
Sobre esta base también construyó una red de concesionarios en casi todas las ciudades principales e intermedias del país, con familias y empresarios colombianos en su totalidad, que invirtieron con la marca para generar empleo, en la construcción de vitrinas, talleres, almacenes de repuestos, etc.; también se desarrolló una industria de autopartes, de importación de repuestos y talleres por fuera de la red de concesionarios.
Pero los negocios son dinámicos, las condiciones cambian y hay que enfrentar los retos con altura, colegaje, en equipo y pensando en el beneficio de los clientes que son lo más importante.
Esto NO fue lo que General Motors - Colmotores hizo precisamente.
La arrogancia y la prepotencia de los funcionarios de turno (irónicamente, colombianos) trabajando para General Motors, están acabando prácticamente con la marca en Colombia.
Es muy triste seguir viendo cómo cada día, además del reciente anuncio del cierre de Colmotores, su red de concesionarios que por años apostaron por esta marca y que hacían lo que fuese necesario para crecer e invertir en ella, ahora tengan total desinterés por la misma y estén entregando sus concesiones.
Estos funcionarios de General Motors, responsables de la operación en Colombia, decidieron amenazar concesionarios con terminar las concesiones: si estos empresarios optaban por representar otra u otras marcas, los obligaron a hacer fusiones y adquisiciones innecesarias; fueron soberbios y presionaron a muchos hasta acabarlos; la marca fue perdiendo participación de mercado, su red de distribución se fue desintegrando y migrando a otras marcas, y sus productos ya no son los demandados por los consumidores; Chevrolet, que realmente era un proveedor multimarca (sus productos eran Suzuki, Isuzu, Opel, Daewoo), todos con el logo de Chevrolet, se olvidó de que lo más importante eran los clientes y sus concesionarios, y pensaron que con políticas represivas iban a seguir siendo líderes del mercado, ahora no están ni siquiera entre los cinco primeros del ranking de ventas.
Pero el mercado no perdona, y a diferencia de otros países de la región como Chile o Brasil, donde la marca sigue siendo fuerte, en Colombia Chevrolet, a mucho pesar, se está acabando.
Hoy Casa Restrepo, concesionario Chevrolet en Manizales desde 1956, deja la marca, y serán muchos más los que más rápido que tarde tomarán el mismo camino.