Cada cuatro años, y por no menos de un año (que no es poco tiempo), a los colombianos nos toca vivir el periodo electoral para elegir Presidente.
Es una época absolutamente aburridora; se ponen a la orden del día entre candidatos y campañas las peleas, los engaños, las mentiras, las acusaciones, las intrigas, las infiltraciones, el sobrepaso de la línea ética, los entrampamientos (casi no me acuerdo de este término), etc. Sin embargo, no hay de qué preocuparse, esto pasa en todos los países del mundo afortunados de tener democracia, pues donde solo hay dictaduras tienen la irónica suerte de no tener este problema, o de mentiras sí, como en la vecindad.
No se alcanzan a imaginar los participantes de esa contienda lo que a los ciudadanos nos genera todo ese proceso: una pereza absoluta, una ansiedad, un estrés, y de alguna u otra manera, todos terminamos involucrados, por que es imposible hacerse el loco o no comentar los debates, las encuestas, el outsider, quién va adelante, cuál sube o cuál se está desinflando.
Y con los años, la cosa ha empeorado por cuenta de los teléfonos inteligentes y las redes sociales: antes eran las revistas, los periódicos, la radio o en la televisión donde nos informábamos de las campañas y lo que pasaba, teníamos algo de tiempo para respirar, pero ahora, pegados todo el día del teléfono, niños, jóvenes y adultos; la cosa es “tenaz”, la contaminación electoral es todo el día a toda hora.
Nunca como hoy, habíamos tenido los colombianos y colombianas (ni idea cómo es la definición de las otras ramas de la inclusión), una ansiedad y una felicidad tan grande de que el proceso electoral comience YA.
No importa todo lo anterior, vamos a aguantar lo que sea con tal de tener un presidente nuevo o presidenta nueva.
Es increíble que faltando menos de dos años para terminar el periodo del que se va, todavía no estamos seguros de que se va. No hay una palabra que nos angustie más que la “reelección”, independientemente del que esté; hay que decir que lo peor en términos políticos que nos ha pasado en los últimos años, desde que se la inventaron entre unos y otros, es la reelección, y después de casi 4 + 8 + 8 años de los anteriores presidentes seguimos sufriendo con eso, definitivamente es mejor de a cuatro años para cada uno.
Necesitamos pasar de la ansiedad de las elecciones a la felicidad de tener un presidente nuevo o presidenta nueva, no importa el color, pero que desde el día uno sepamos que se va el 7 de agosto del 30, que entienda que los colombianos somos los jefes y no los subalternos, que entienda que tiene el cargo público o privado más importante del país, que debe dar ejemplo, cumplir horarios, marcar tarjeta, sentarse bien, no decir mentiras y reportarle a sus jefes (todos los colombianos que le pagamos su salario y su vivienda), dónde está, para dónde va y con quién, y no lo digo por el actual, en general por todos los presidentes que se creen dueños del país.
Ni pensar que lo de quitarle recursos a la Registraduría tiene algo que ver con esto.
¡¡Por malucas que sean, que pase el tiempo y comiencen rápidito las elecciones!!