Analistas 12/12/2022

La vida o la empresa

Roberto Rave Ríos
Presidente ejecutivo Laick - Cofundador Libertank

Era marzo del 2020, el Covid 19 llegaba a Colombia y con tres grandes amigos apenas unos meses antes habíamos iniciado Libertank. Un Tanque de pensamiento dedicado a defender las ideas de la libertad económica y del empresarismo con la premisa de no convencer convencidos sino ir a todos los rincones de Colombia predicando la buena nueva: no hay mejor herramienta para transformar un sueño en realidad y a la vez impactar a la sociedad positivamente, que las empresas privadas de negocios. Esta premisa tan obvia, y con tantos datos e indicadores de respaldo, es hoy puesta en tela de juicio.

En medio de una pandemia y la apertura de miles de grupos de Whatssap para desahogar y compartir la crisis que enfrentaba Colombia, no solo a nivel de salud sino de ataque a las instituciones incluida la empresa privada de negocios, conocí a Felipe Trujillo. Un empresario, generoso, que entregó la vida por sus sueños empresariales y dejó huella en aquellos que compartimos con él, inclusive fue uno de los primeros aportantes de libertank.

Un día me llamó preocupado: “Roberto, imagínate que ayer estaba saliendo de la empresa y uno de mis colaboradores se acercó a preguntarme lo siguiente: Don Felipe, ¿cierto que ese carro tan bueno en el que usted está montado lo compró con el sudor de todos nosotros?”. Felipe se quedó frustrado con tal pregunta, pues había luchado conjuntamente con sus socios por mantener la planta de empleos intacta mientras le daba bonos económicos a sus colaboradores para poder sortear la crisis causada por el covid 19. Le respondí desprevenidamente: “Felipe, invítalo a desayunar y háblale de todo lo que has vivido estos años”. Así fue y ese trabajador se convirtió en su mejor aliado después de enterarse que Felipe, no tenía horarios, nunca se detenía. Trabajaba de sol a sol, era el primero en llegar y muchas veces se le veía en la planta hasta las 9:30 o 10 de la noche. Luego llegaba a su casa a responder correos y a solucionar “chicarrones” como siempre me decía. Esta situación llevó a Felipe a poner su empresa por encima de su vida familiar. Constantemente afirmaba: “Esa empresa es mi vida hermano”. Poco tiempo para compartir con sus seres queridos y un estrés propio de aquel que pone su alma en todo lo que hace, lo llevaron a pelear con el cancer. De la primera batalla salió con cicatrices pero con la misma pasión por el mundo. La segunda pelea contra esta infortunada enfermedad le quitó la vida a este joven soñador. Sin duda alguna, su legado quedó impreso en sus sueños convertidos en empresa, tambien en sus dos hijos. Cuando uno observa la vida de Felipe se da cuenta que es imposible ser empresario si no se tiene vocación de servicio. Felipe no tenía horario para servir, siempre estaba dispuesto a ayudar en lo grande y en lo pequeño.

Escuchar sus historias sobre cómo inicio la compañía desde cero, sus frustraciones, su deseo de compartir más con sus seres queridos pero su obstinación en sacar su empresa adelante y mejorar la calidad de vida de sus mas de 2.000 colaboradores, porque ya no lo movía el dinero sino el afán de transformar vidas, hacen que su alma quede inmersa en una empresa que hoy vive para contar la historia de uno de sus fundadores.

Para terminar este escrito, resaltó también una virtud común en todos los empresarios como Felipe Trujillo: La esperanza. ¿Se puede ser empresario sin tener capacidad de servicio y una fe y esperanza férrea?

La historia de Felipe, es la de muchos empresarios que sin cálculo y queja alguna, entregan su vida por un sueño, entregan su vida por sus colaboradores que sin darse cuenta se transforman en una nueva familia. Ser empresario implica entrega y sacrificio, en muchas ocasiones implica también la vida.

Decía Hernan Trujillo, padre de Felipe, en una de sus poesías llamada Entrega Total: “ama y trabaja siempre con altura, sin que nunca se acaba tu ilusión. Conserva en tu interior ese gran fuego”.

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