Bonos de carbono: millonario e ignorado negocio
El mercado de bonos de carbono es un sistema financiero diseñado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) mediante la compra y venta de créditos de carbono. Para efectos de esta columna, podemos decir que, básicamente, consiste en destinar unas áreas forestales para su cuidado y protección y, la captura de gases contaminantes que se logre a partir de allí, se convierte en créditos de carbono que pueden ser comprados por organizaciones obligadas por su actividad a compensar la afectación ambiental que generan. Así, una tonelada de dióxido de carbono equivale a un crédito de carbono.
En mercados voluntarios, los precios de los créditos de carbono pueden variar su precio pudiéndose pagar hasta US$20 por tonelada de CO2 capturada, es decir, por un crédito de carbono, dependiendo de factores como la credibilidad del proyecto, su impacto ambiental y social, y las preferencias de los compradores.
Aproximadamente, un bosque tropical denso puede capturar y almacenar entre 100 y 200 toneladas de carbono por hectárea, mientras que un bosque templado puede capturar alrededor de 50 toneladas por hectárea.
Es decir, en un bosque colombiano se podría llegar a generar hasta US$4.000 por hectárea en créditos de carbono, lo que equivale a casi $16 millones, por hectárea cultivada al año.
Nuestro país cuenta en promedio con 59,5 millones de hectáreas de bosque natural que destinados al mercado de carbono nos permitiría acceder a cifras astronómicas que nos llevarían a replantear nuestra visión de la economía.
Según Bloomberg, el mercado de carbono alcanzó los US$2.000 millones a nivel mundial para 2022. Ese mismo año Latinoamérica y el Caribe emitieron un total de US$20.500 millones de bonos internacionales Gsss (verdes, sociales, de sostenibilidad y vinculados a la sostenibilidad), destacando los bonos de carbono.
Es hora, pues, de que desde el Gobierno Nacional se cree, regule e impulse el mercado de créditos de carbono y se proyecte Colombia al mundo como una potencia verde. No podemos seguir ignorando este millonario negocio que, además, puede salvar el planeta y acabar con el desempleo y el hambre en nuestro país.
La participación de Colombia en el mercado de bonos de carbono representa así, una oportunidad estratégica tanto para la población en general como para el gobierno. En primer lugar, el ingreso a este mercado puede impulsar significativamente la economía del país, generando la diversificación de fuentes de ingresos nacionales a través de la implementación de proyectos de mitigación del cambio climático, de manera tal que la venta de créditos de carbono puede convertirse en una fuente de financiamiento para iniciativas sociales y, por supuesto, para proyectos sostenibles.
Ahora bien, es importante precisar que la participación en el mercado de bonos de carbono no solo beneficia al país en términos económicos y de reputación internacional, sino que también tiene un impacto positivo directo en la calidad de vida de la ciudadanía, pues pueden ayudar a reducir la contaminación del aire, mejorar la salud pública y fortalecer la resiliencia ante eventos climáticos extremos.
Si aprovechamos esta oportunidad, el país puede avanzar hacia un futuro más sostenible, próspero y equitativo para las generaciones presentes y futuras, solo falta la decisión de hacerlo.