El resultado de las elecciones presidenciales del domingo 19 constituye una discontinuidad en la trayectoria política de la Nación. Los colombianos se vieron en la necesidad de escoger entre dos propuestas de cambio radical, al margen de los partidos tradicionales: la del Pacto Histórico de Gustavo Petro y la de la Liga de Gobernadores Anti-Corrupción de Rodolfo Hernández. El país estaba reclamando cambio, y las dos propuestas ofrecían una versión diferente de cambio. Lo que está por verse ahora es la forma como se va a implementar la propuesta ganadora del Pacto Histórico y del presidente electo. Como esa es materia de especulación, hay aspectos del proceso electoral que merecen destacarse porque hablan bien del comportamiento colectivo.
No obstante el grado de polarización y lo reñidas de las campañas, las elecciones transcurrieron de manera ordenada, con calma. La Registraduría Nacional del Estado Civil transmitió los datos con celeridad y eficacia. La veracidad de los datos de la Registraduría no ha sido cuestionada. Tampoco ha habido acusaciones de fraude. Dos horas después de haber terminado las elecciones se supo quién era el ganador. Rodolfo Hernández aceptó el resultado y reconoció su derrota. Llamó a Gustavo Petro para felicitarlo y le ofreció su colaboración. El presidente Duque llamó a Petro para felicitarlo e invitarlo a que se reunieran para empezar el empalme entre las dos administraciones.
Es un reto para la solidez de sus instituciones y para el régimen de economía de mercado
El sector empresarial ha manifestado su voluntad de colaborar con el nuevo Gobierno. Estos no son simples gestos protocolarios de buenas maneras. Son elementos de un ritual cívico que le da legitimidad a la transferencia de poder y que consolida la democracia. Gustavo Petro afirma que en Colombia no hay democracia, pero el ordenamiento institucional vigente le ha brindado una vía para acceder al poder distinta a la de la lucha armada.
Este comportamiento de civilidad democrática y de respeto por las reglas de juego contrasta con el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 en Estados Unidos. El candidato perdedor se rehusó a aceptar el triunfo de Joe Biden y trató de impedir la transferencia pacífica del poder. Convenció a sus seguidores de que había sido víctima de un fraude masivo. En un episodio sin precedentes, instigó un asalto al Congreso por parte de grupos violentos para tratar de impedir la certificación del resultado electoral. Ese comportamiento y su respaldo por un sector del Partido Republicano ha envenenado el clima político estadounidense. Como ha revelado el Comité del Congreso que está investigando los eventos de enero 6, Donald Trump representa una seria amenaza para la tradición democrática de Estados Unidos.
Dicho esto, Colombia va a estar gobernada a partir del 7 de agosto por una coalición de movimientos de izquierda de la cual hace parte el Partido Comunista. Ese es un reto para la solidez de sus instituciones y para el régimen de economía de mercado.