El resultado de las elecciones en Estados Unidos ha obligado a los gobiernos de los principales países del mundo a recalibrar su política exterior y de seguridad. Las organizaciones internacionales están teniendo que revisar sus agendas en temas tales como la protección del medio ambiente y el cambio climático. Faltando dos meses para el cambio de gobierno, las promesas de campaña y las primeras designaciones de candidatos para altos cargos por parte del presidente electo están teniendo repercusiones a escala global.
La posibilidad de una reducción del apoyo militar a Ucrania y del debilitamiento deliberado de la Otan colocan a la Unión Europea y al Reino Unido en una situación de vulnerabilidad frente a una eventual agresión rusa. Para las naciones de Europa Occidental, un fuerte incremento de los presupuestos de defensa se ha convertido en una necesidad imperiosa. Temas que se consideraban ya aceptados, como la cooperación internacional, el Acuerdo de París sobre cambio climático, la Organización Mundial de la Salud y la No Proliferación de Armas Nucleares han vuelto a quedar sometidos a discusión.
Los sectores extremistas de la coalición de gobierno de Netanyahu consideran que tendrán luz verde para anexar a Cisjordania y a la Franja de Gaza.
El comercio internacional se va a ver trastornado por el escenario previsible de una guerra comercial y el proteccionismo generalizado a causa de la propuesta de imponerles aranceles de 60% a las exportaciones de China a Estados Unidos, y de 10% a 20% a las exportaciones provenientes del resto del mundo.
La anunciada deportación masiva de inmigrantes indocumentados, además de crear una catástrofe humanitaria, tendrá consecuencias desestabilizadoras para las economías de México, Centroamérica y países del Caribe.
La perspectiva de que Washington implemente una política exterior impulsiva e impredecible, adversa al multilateralismo, crea un factor de incertidumbre internacional e introduce el riesgo de agravar los conflictos actuales o de producir conflictos nuevos.
Con respecto a las relaciones con América Latina, se puede tener la certeza que el Departamento de Estado va a adoptar una política de línea dura hacia el régimen de Nicolás Maduro y hacia los gobiernos chavistas. Este es un tema de especial relevancia para Colombia. El gobierno del presidente Boric se identifica con los fundamentos de la democracia liberal. Y el gobierno del presidente Lula da Silva hizo público su desacuerdo con el reciente fraude electoral del régimen de Maduro al vetar el ingreso de Venezuela al Brics..
A partir del 20 de enero, el presidente Petro va a percibir un notorio enfriamiento en la temperatura de Washington, no sólo por razones meteorológicas. Al chavismo, se agrega la torpeza de haberse parcializado durante el proceso electoral reciente.
El manejo adecuado de las relaciones con nuestro aliado estratégico y nuestro principal socio económico va a requerir el despliegue de una destreza diplomática de la cual el actual gobierno ha demostrado carecer.