Analistas 04/06/2014

Sobredosis de proteccionismo

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda

Colombia tiene una arraigada tradición proteccionista.  La adopción de medidas encaminadas a obstaculizar las importaciones es casi un reflejo condicionado de los responsables de la política de comercio internacional de país.  Varios factores explican la perdurabilidad de este fenómeno.  El centro de gravedad de la economía nacional, así como la mayor densidad poblacional, se encuentran en la zona andina, a grandes distancias de los puertos.  Los tres ramales en los cuales se divide la Cordillera de los Andes en territorio colombiano dificultan el transporte terrestre entre la región central y el litoral Pacífico.  El hecho de haber permanecido de espaldas al comercio internacional por largos años contribuyó a crear una marcada preferencia por el mercado interno entre los gremios de la producción.  Esa preferencia ha condicionado los programas de inversión, la red vial y la orientación de la política económica. 

 Como consecuencia de esos factores, y de posturas ideológicas hostiles al libre comercio, Colombia sigue teniendo una economía bastante cerrada.  Esta afirmación puede constatarse al comparar su grado de apertura comercial, importaciones más exportaciones como porcentaje del PIB, con los respectivos indicadores de los países del Este Asiático, o de México, Chile y Perú, nuestros socios en la Alianza del Pacífico. 

Sin embargo, el hecho de que se hubieran hecho intentos ocasionales de liberalización y se hubieran negociado acuerdos de libre comercio ha dado lugar a una creencia generalizada en sentido contrario.   Afirmar que la economía colombiana es demasiado abierta parece estarse convirtiendo en un lugar común.   Así se desprende de los planteamientos de algunos analistas y de la acogida  que reciben en los medios de comunicación las denuncias políticas contra el incremento de las importaciones.  A raíz del paro agrario, se le atribuyó al TLC con Estados Unidos la culpa por las fluctuaciones en los precios de la papa.

Se acaba de publicar una investigación que demuestra que la percepción de una exagerada apertura económica carece de fundamento: Una Visión General de la Política Comercial  Colombiana entre 1950 y 2012,  por Jorge García García, David  Camilo López, Enrique Montes y Pilar Esguerra. (Borradores de Economía Número 817, Banco de la República.)  Los autores documentan con abundante evidencia empírica la forma como los intentos por liberalizar el comercio internacional han dado lugar a procesos regulatorios en sentido contrario.  Las reducciones de aranceles tienden a ser contrarrestadas por diversas modalidades de barreras no arancelarias administradas por diferentes entes estatales, encaminadas a restringir el comercio. Con respecto al sector agropecuario, las barreras no arancelarias incluyen licencias previas, contingentes de importación, franjas de precios y la aplicación de salvaguardias. 

 Las medidas no arancelarias se traducen en altos niveles de gravámenes a las importaciones.  El excesivo proteccionismo privilegia la producción para el mercado interno; obstaculiza la diversificación de las exportaciones; perjudica la competitividad  y asigna rentas en forma regresiva.

Además de desvirtuar el mito de una excesiva apertura a las importaciones, esta investigación aporta valiosos elementos de juicio para el diseño de la política comercial del país.