La Superintendencia de Industria y Comercio es una de las más importantes y poderosas de las superintendencias del país. Los superintendentes son delegados del presidente para la regulación de todos los sectores y tienen rango de ministros.

Todas las altas fuentes del Gobierno aseguran que Rusinque será la escogida por el presidente, tras la declaración de insubsistencia de María del Socorro Pimienta, luego de una guerra de exsuperintendes por influir adentro filtrando su propia versión favorable a los medios. Rusinque, quien es abogada experta en derecho constitucional, es reconocida por ser una de las voceras del presidente más vehementes y radicales contra los medios, los periodistas, las empresas y las voces críticas a Petro.

Para Rusinque, el presidente no ha hecho nada mal; no ha difundido ninguna noticia falsa; no hay razones para preocuparse por lo que sucede alrededor de Nicolás Petro; no hay arrogancia del Gobierno; las encuestas mienten; y todo se trata de un golpe blando y una conspiración de la élite que no acepta que Petro haya ganado legítimamente el poder.

La verdad es que ese discurso imaginativo se cae por su propio peso. Esta semana Laura Sarabia estuvo en La Guajira empezando un programa de inversión con una donación de $100.000 millones de parte del Grupo Aval. En una imagen que parecía sacada de un metaverso, Luis Carlos Sarmiento Junior, a quien el propio Gobierno había pedido investigar en el caso Odebrecht, sobre el que el presidente había escrito decenas de trinos con acusaciones directas de corrupción, estuvo junto a la persona más cercana al mandatario entregando el comienzo de lo que serán soluciones para agua potable, vivienda, energía y alimentación a 3.600 hogares.

Este es el inicio de una relación que se presume amigable y cercana de parte del primer Gobierno de izquierda del país con los grandes empresarios, a quienes el presidente ha culpado de todos los males de Colombia durante toda su carrera política. No es poca cosa. La pregunta es entonces qué camino tomará Rusinque. ¿Será un dragón con poder y ansiedad para quemar a los empresarios como parece a veces en su Twitter?, ¿o podrá ser una persona técnica que se limite a cumplir las tareas de su cargo para investigar los hechos en los que se viole la libre competencia con rigor?

El presidente podría estar acudiendo a la estrategia de zanahoria y garrote. Al mismo tiempo que comienza una macro alianza con el Grupo Aval y los principales industriales para trabajar de manera conjunta en resolver soluciones a los ciudadanos, amenaza con alguien radical en su visión del país al frente de una de las entidades más importantes con capacidad de investigar a las empresas y hacer las veces de policía judicial.

Rusinque estuvo poco tiempo en el Departamento de Prosperidad Social y canceló cualquier participación de la banca privada en las transferencias monetarias del Gobierno, a pesar de que ese modelo funcionó durante pandemia y fue mucho más efectivo por la tecnología que los desembolsos al Banco Agrario con filas y filas para poder reclamar las subvenciones. Sarabia, una vez sucedió a Rusinque, volvió a un modelo mixto más moderado.

La enorme pregunta para la respetada constitucionalista y activista del Gobierno es si logrará ver el mundo de una manera más sensata, sin el ánimo de la venganza y la persecución. Si podrá encontrar puentes para hacer investigaciones juiciosas y técnicas y no sesgadas por la ideología. Amanecerá y veremos.