Analistas 07/09/2024

El presidente errático

Una de las preguntas más importantes para el legado de Petro en la Presidencia será entender por qué al mandatario le costó tanto abandonar un discurso polarizante de división en su ambición de buscar mejores oportunidades para las personas en condición de pobreza.

¿Qué es lo que hace que para Petro sea incompatible ser un buen líder que una al país y al mismo tiempo buscar la equidad, el acceso, mejorar las políticas públicas dirigidas a las minorías y reivindicar a los trabajadores y las personas en indefensión?

Ese es un gran misterio. Algún biógrafo del presidente debería tratar de hallar la respuesta a esa pregunta. Quizás tiene que ver con su vida misma y las persecuciones que sufrió luego de tomar la decisión de armarse para justificar propósitos políticos. Pero qué daño le hace a su Gobierno y al país esa permanente actitud de arrasar en el lenguaje con todo lo diferente y buscar la división violenta.

Para Petro las críticas de los medios son un golpe de Estado y detrás de estos están “los neonazis”. Cuando hay camioneros que salen a protestar por una incoherencia en sus promesas de campaña y las decisiones de Gobierno, son entonces los camioneros uribistas que quieren derrocarlo. Cuando ciudadanos agotados por la promoción de la división y del odio cantan frases en su contra en los estadios por miles, son “ricos y asesinos”. Los políticos que elevan su voz desde el otro lado de su administración para pedirle respuestas son paramilitares o narcotraficantes. Duque es entonces un dictador peor que Maduro.

Su última alocución es un gran ejemplo. Atacó al presidente de la Corte Suprema por ser un “negro conservador”; le dijo a periodistas mujeres “muñecas de la mafia”; habló una hora por el dolor humano que le generaba la partida de su hija para justificar el odio contra una masa heterogénea de personas que legítimamente no están de acuerdo con su Gobierno.

De su administración hay cosas buenas, regulares y malas que uno debería poder analizar en la complejidad de los hechos para calificar su desempeño. Hay cosas buenas como el enfoque de transferencias para sacar a persona mayores y mujeres cabeza de hogar de la línea de la pobreza, o el aumento de los salarios para los soldados rasos. Hay buenas decisiones en buscar ternas de mujeres experimentadas y serias en la Fiscalía o la Defensoría. Incluso decisiones técnicas difíciles como el aumento de la gasolina para dejar de subsidiarla.

Hay cosas malas como entregarle buena parte del Estado a personas sin experiencia, activistas que no tuvieron nunca antes cargos de dirección o de gestión pública o privada. Y la falta de consensos, la amenaza como forma de lenguaje, el poner en riesgo la vida de periodistas acusándolos de lacayos de sus patrones. Y el extraño empleo de un adjetivo de descalificación sexual para referirse a mujeres. Cuando el presidente dice muñecas de la mafia, dice prostitutas de la mafia. ¡Pero cómo es posible que un presidente de un país hable en esos términos!

Lo inaceptable es justamente eso. El odio como centro del discurso en un país de tanta violencia sembrada en ese sentimiento que hace querer anhelar la venganza para justificar el mundo y las luchas. La división de la vida entre buenos y malos. A dos años de su Gobierno, Petro no quiso entender que su misión y función era lograr la unidad del país. La cohesión, los consensos que no son incompatibles con la lucha contra la pobreza y la promesa de mejores condiciones de vida.

Un presidente que se refiere a mujeres periodistas como prostitutas de la mafia es indigno de su cargo. Un presidente que acusa a los medios de ser manejados por neonazis es indigno de su cargo. Un presidente que antepone el odio a su deber de buscar el perdón, la paz y la unidad es indigno de su cargo.

Petro no se da cuenta, pero el alma de su gobierno que destila odio a todas partes a donde se dirige está agotando al país. Nadie debe pensar en que su periodo termine antes de lo establecido por la ley. Pero que oportunidad valiosa perdió.

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