El presidente Gustavo Petro debe entender bien en la teoría que los medios públicos son medios que le pertenecen esencialmente a la ciudadanía y al Estado como un “todos nosotros”, pero la práctica siempre es difícil de ejecutar. La diferencia particular aquí entre Gobierno y Estado es muy importante. Los medios públicos que se financian con impuestos deben ser para el bienestar colectivo y el derecho a la información, no para el bienestar de uno u otro Gobierno y su promoción.
Sin embargo, ya hubo una primera experiencia. En el Canal Capital de la Alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro, salieron varios periodistas que no eran cómodos con la administración y se atrevían a ser críticos.
El Rtvc de Hollman Morris ha dado mensajes de una parcialidad informativa que le conviene únicamente a la retórica del Gobierno. Organizaron un enorme evento de ruptura de programación para transmitir en vivo las declaraciones de Macaco a la Cancillería (ni siquiera a la JEP) para la rencilla personal de Álvaro Leyva con Néstor Humberto Martínez.
Hablemos entonces de medios. Los medios de comunicación privados necesitan músculo financiero para sostener a sus nóminas, pagar la tecnología y hacer inversiones que permitan la calidad y la competitividad. Cuando se trata de medios masivos, es común en el mundo que grandes grupos empresariales sean sus dueños porque financiar la operación resulta muy costoso. Es por ejemplo lo que ocurrió con el Washington Post cuando el multimillonario Jeff Bezos decidió comprarlo ante una crisis financiera que tenía al periódico contra las cuerdas. Los medios de comunicación, públicos o privados, pueden tener una línea editorial entendida como una forma de entender el mundo respecto a ciertas convicciones compartidas. Cuando hay conflictos de interés deben ser explícitos.
Hay quienes prefieren ser más institucionales y asumir esa defensa, sea quien sea quien gobierne, siempre y cuando se respeten los límites de la democracia, y hay otros que prefieren tener una línea contrapoder, algunas veces sea quien sea quien gobierne, y, otras, dependiendo de quien asuma el poder. Las lineas editoriales se ajustan a valores democráticos y que se fundan en la necesidad de la prensa libre y la libertad de expresión como sostén del acuerdo social.
No hay buenos o malos. Hay simplemente diferentes formas de entender el mundo y explicarlo. Lo que es problemático es cuando los medios públicos pasan a defender una línea editorial pro Gobierno sin que el interés sea informar adecuadamente, sino para el beneficio y la defensa a ultranza del Gobierno.
Sería un muy mal mensaje para la historia de los medios públicos que el presidente decidiera utilizar a Rtvc para atacar a quienes considera enemigos de su Gobierno. Un mensaje de un congresista de la última semana decía que algún programa de Rtvc estaba al aire para contradecir la desinformación de los medios tradicionales. Preocupante.
Queda la pregunta de si el Rtvc de Morris romperá programación, no solamente para lo que sea conveniente contra los distantes al Gobierno, o sí lo hará también para casos de interés público nacional como el de Nicolás Petro y Day Vásquez.
El Gobierno Duque no lo hizo bien con Juan Pablo Bieri. Ojalá Rtvc no se convierta en una tribuna contra la prensa y los críticos del presidente, porque los medios públicos son para el Estado. No para el revanchismo y la agenda de “asuntos personales”.