En los últimos días, señor Presidente, las cosas no van muy bien para la familia presidencial. Es importante que el poder no se confunda con la ambición y que no se olvide que el cambio prometido por su plan de Gobierno pasa esencialmente por las formas en las que el poder se asume y se ejerce.
El caso de su hijo, señor Presidente, es el más grave y tiene muchos enfoques. Se presume la inocencia y se garantiza el debido proceso, pero el hecho de que Nicolás Petro escribiera en chats que se reunía con medio gabinete y que el Ministro del Interior le había garantizado “10 cupos” es aterrador. Las explicaciones del ministro Alfonso Prada son insuficientes, a pesar de la voz en tono enfático y vehemente. Su hijo no solo se reunía con ministros; también lo hizo con sus asesores en su apartamento y en la noche.
Pero, además, el asunto del dinero que habría entregado el Turco Hislaca y Santa Lopesierra, ambos buscados por esta columna, es perturbador.
Su hijo difícilmente responde a las autoridades para ser interrogado y la Fiscalía se ha demorado en actuar, cuando en otros casos por mucho menos hay capturas céleres. ¿Acaso nadie en la Casa de Nariño se dio cuenta que Nicolás Petro se movilizaba en una Tahoe que no hacía parte del esquema de la UNP o que alquiló una mansión para vivir y que supuestamente también estaba comprando?, ¿nadie se dio cuenta de su papel en la campaña coordinando todo el Atlántico junto a Pedro Flórez, su primo Camilo Burgos, y su propia esposa, Day Vásquez? Bastante mal precedente que haya sido todo a sus espalda porque Nicolás Petro estaba enteramente implicado en la campaña a la Presidencia en la región Caribe.
El segundo tema tiene que ver con su hermano, Juan Fernando Petro. ¿Cómo es posible que su hermano estuviese utilizando su acceso con el Dapre y los ministerios para buscarse una camioneta de protección sin cumplir con los requisitos de un estudio de seguridad? Y, mientras hacía eso, le decía a quien podía que era un “comisionado internacional” y que él había puesto a Danilo Rueda en su cargo. ¿Cómo se explica entonces que su hermano estuviera ingresando a la Picota para reunirse con narcos y delincuentes supuestamente para hacer un trabajo de Derechos Humanos en nombre de la Comisión que nunca lo contrató?
Difícil porque Juan Fernando Petro también hizo parte activa de la campaña. Tiene fotos en varias tarimas con usted, incluyendo su discurso de victoria el día de la segunda vuelta.
El tercer tema está relacionado con la señora primera dama. No está bien visto entregar nacionalidades a diestra y siniestra para los amigos sin cumplir los requisitos que cualquier extranjero debe cumplir. Los casos de Xavier Vendrell, Eva Ferrer y Manuel Grau requieren respuestas. ¿Por qué acompañan a la primera dama a viajes al Vaticano y a Caracas, mientras son socios de diferentes empresas con intereses comerciales en Colombia?
Es prudente recordar que la primera dama no tiene despacho; no tiene salario; no es una funcionaria del Estado. El poder presidencial no debe usarse para entregar beneficios a los amigos del pasado como nacionalidades a la medida.
Señor Presidente, siempre dice usted que el poder es para el pueblo; que la Presidencia es para el pueblo y que es el pueblo el dueño de la Presidencia. Ojalá la familia presidencial comience a escuchar con más atención sus discursos.