Señor Presidente, los colombianos se preguntan cuál será el destino del kamikaze del Gobierno, el exembajador Armando Benedetti.
Así están las cosas: cuatro procesos adelantados por los que Benedetti era investigado en la Fiscalía regresaron a la Corte Suprema de Justicia. Uno por sus maniobras en Fonade, que en su momento fue la casa de los dulces de Musa Besaile durante el Gobierno Santos; otro por enriquecimiento ilícito (sus propiedades en Colombia y transacciones al exterior); uno más por posibles irregularidades en las votaciones de Maicao para su elección como congresista; y otro final por sus dichos sobre la financiación de la campaña del Presidente y los supuestos $15.000 millones en el Atlántico.
Lo que pasó en la Fiscalía es indeleble. El fiscal Gabriel Jaimes cerró la etapa probatoria de la investigación por enriquecimiento ilícito pero decidió dejar la indagación abierta, aunque pudo haber pedido su preclusión. Al mismo tiempo, Benedetti anunció su silencio sepulcral ante los llamados para que explique sus mensajes de voz a Laura Sarabia, en donde hablaba de $15.000 millones supuestamente entregados a la campaña por nadie sabe quién ni con qué intereses.
Pero en la mitad y entrelazado inextricablemente está el caso de Nicolás Petro. En el país político se ha empezado a escuchar que habría un acuerdo para entregar a Petro Junior a cambio de proteger a Benedetti. Al fin y al cabo, el ávido de lujos, Nicolás Petro, habría traicionado la confianza de su padre y, por el contrario, se habría querido aprovechar de ella para su beneficio personal en mansiones y autos lujosos de contratistas.
¿Será posible?, ¿inmunidad para Benedetti y la posibilidad de que Nicolás Petro vaya a la cárcel? El escenario es el siguiente: los hechos por los que es investigado Nicolás Petro tienen que ver con él, no con la campaña, y la mayor testigo de ese caso, Day Vásquez, ha dicho que ni el Presidente ni la campaña supieron jamás de los supuestos pagos de Santa Lopesierra y otros exmafiosos a Nicolás.
También se dice que la Fiscalía está próxima a tomar decisiones contundentes en el caso de Petro hijo, quien ha estado distanciado de su padre desde el escándalo. En ese caso puede haber suficiente evidencia, pero en el de Benedetti no.
¿Qué hará Benedetti entonces? El exembajador ha estado viajando por Europa y paseándose de fiesta en fiesta con su esposa. Se asegura de dejar un registro de cada momento en sus redes para verse tranquilo y feliz. ¿Lo está? Seguramente no. Su destino por ahora está en manos de la Corte y allí hay otra batalla de titanes entre la magistrada Cristina Lombana y el magistrado César Reyes. El problema, señor Presidente, es que Benedetti ya demostró ser el propio Osama Bin Laden colombiano, para hacer referencia a su dicho en los audios de que si se cayeron las torres gemelas todo se puede caer. Benedetti es inmanejable y su poder es la información.
Si a Benedetti lo toca la Corte, este entenderá que el Gobierno lo permitió. Si le dan un nuevo cargo con fuero para demorar las investigaciones hasta un nuevo fiscal, se entenderá que el Gobierno está secuestrado por el poder de su información. Lo que está pasando en Colombia es increíble. Ha pasado en gobiernos anteriores, por supuesto. El proceso 8.000, las chuzadas, Roberto Prieto, Centros Poblados. La diferencia es que hoy hay un kamikaze que camina pisando un tapete de dinamita todos los días. Y nadie sabe para dónde va.