Señor Presidente, nadie quiere tumbarlo. Colombia tiene una tradición democrática e institucional que garantiza la estabilidad del poder público. Nadie quiere abrir un boquete que nos lleve a una crisis institucional como en Perú. Y si hay alguien que de alguna forma quiera por las vías de la violencia generar una ruptura institucional, debe saber que usted cuenta con el respaldo, no solo de sus electores, sino de las instituciones y de los medios, a quienes siempre ataca de una forma insensata e injusta.
No hay ningún periodista en Colombia que esté interesado en que usted se caiga. Los medios y los periodistas en Colombia tenemos respeto por las instituciones y entendemos bien que el mejor camino es el de la confianza hacia el Estado. Y sepa que los dueños de los medios no ordenan a los periodistas qué decir o qué no, qué publicar o qué no.
Es una tradición en Colombia el respeto de los dueños de los medios hacia la independencia de los periodistas. Otra cosa es que los medios tengan líneas editoriales legítimas de acuerdo con sus convicciones sobre cómo entender la realidad. No hay una persecución en su contra, ni un golpe blando, ni duro, ni medio. La conspiración, permítame insistir, ha sido de sus más cercanos aliados, pasando por un ex embajador acusado recientemente de maltrato intrafamiliar.
Eso no significa que deba haber silencio sobre excesos o capítulos de la campaña que aún están absolutamente vigentes: Los Torres, Nicolás Petro, los $15.000 millones de Benedetti, y ahora otros aportes que no parecen claros como los $500 millones de Fecode sin registrar.
Tampoco es cierto que los medios estemos pintando un escenario de catástrofe. Es claro que sus resultados en economía, aunque no necesariamente los mejores en crecimiento, son moderadamente positivos. El desempleo de un dígito sobre 9 %, la reducción mes a mes de la inflación, y el respeto pragmático a la regla fiscal hasta ahora dan cuenta de un cuidado de las bases de la economía del país.
En todo caso, sus discursos públicos están siendo sumamente irresponsables. Un jefe de Estado debe convocar al país plural hacia objetivos iguales. En vez de la unidad, usted está convocando cada vez más el revanchismo, la lógica de la diferencia y el sentimiento de odio hacia los empresarios. ¿Por qué pragmáticamente se reúne con el Consejo Gremial en Casa de Nariño, pero después dispara contra cualquier compañía que se le cruce en los discursos haciendo acusaciones peligrosas y calumniosas?
Un buen Presidente no es alguien que le diga a sus electores entre líneas: alístense para la violencia, entre otras, porque si no se ha dado cuenta, los realmente violentos son las disidencias de las Farc y el ELN, a quienes usted les ha dado todo tipo de prebendas y guante de algodón.
Señor Presidente, no se entiende que usted nombre gestor de paz a Mancuso, un perpetrador de crímenes de lesa humanidad y contra el DIH, autor de los hechos más deleznables de la violencia en Colombia, y emita mensajes públicos de perdón hacia sus delitos, al mismo tiempo que lleva señales de odio a los empresarios y a los medios a todas las regiones a las que llega tarde.
No hay empresarios que quieran tumbarlo. No hay medios de comunicación tampoco con ese deseo ni con esa capacidad. Convoque señor Presidente, que su papel ya no es la oposición y la división. Usted no es Presidente únicamente de sus electores y de los sectores populares tan importantes para la vida en Colombia. Usted es Presidente de todos. Ya es buen tiempo de que se de cuenta.