Analistas 04/03/2023

Narcos, narcos, narcos

Este es el hilo conductor. Durante campaña hubo una grave denuncia del periodista Ricardo Calderón, que se llamó “el pacto de la Picota”. Se trataba de algunas reuniones que mantuvieron dentro de las cárceles Danilo Rueda, Juan Fernando Petro, y peligrosos delincuentes condenados con poderosas conexiones con el crimen, como el Gordo García, responsable de la masacre de Macayepo y relacionado con paramilitares durante décadas.

También hubo algunos eventos regionales en los que representantes de la campaña terminaron compartiendo escenario con políticos locales muy cuestionados y señalados de ser cercanos al crimen en Bolívar, Cesar y Córdoba.

Luego, siendo Gobierno, señor presidente, usted empezó a desarrollar la política pública en materia de paz y justicia para buscar acercamientos con grupos armados organizados. Y en los borradores de los proyectos quedaron establecidos sus planes para desarticular al narcotráfico a cambio de dos beneficios relevantes: penas de 6 a 8 años de cárcel intramural y la posibilidad de conservar hasta el 6 % de los bienes de las fortunas de los narcos.

En el camino hubo un escándalo que llamó la atención. Por una confusión y un vacío en una resolución del comisionado de Paz, Danilo Rueda, quedó en libertad José Luis Alfonso López, el hijo de La Gata, condenado por asesinar periodistas y sus actos delictivos también de la mano de paramilitares en Bolívar.

Reuniones en cárceles, coincidencias en campaña, proyectos de ley con beneficios y designaciones como verificadores que terminaron en extrañas decisiones de libertad. Y la bomba. Una declaración extensa que vincularía a Nicolás Petro con personas involucradas con el narcotráfico. La hace su ex esposa, con la que compartió seis años de su vida. Y la hace de frente; con nombres propios y de manera pública.

Señor presidente, corre el riesgo de que su Gobierno quede marcado por la sombra perenne del narco. Fue lo que le ocurrió a Ernesto Samper por la financiación del Cartel del Valle que se convirtió en un hecho político histórico en Colombia y que nadie pasa desapercibido en el país. Tiene ahora dos caminos que podrían definir su gobierno. O le declara la guerra a los narcotraficantes, o continúa explorando caminos para acercarse a ellos con el fantasma de un hijo suyo que podría terminar en la cárcel.

Si eso ocurre, señor presidente, no podrá desmarcarse jamás de esa sombra. En comunicación organizacional y gubernamental, a estos episodios se les llama “manejo de crisis”. Consiste en ejecutar las acciones correspondientes para que el impacto de una crisis sea el menor posible; nunca podrá ser cero pero sí hay en el manejo que se le de a la situación una diferencia que termina repercutiendo en la percepción y los hechos de fondo sobre evaluación de Gobierno. Está usted en un momento de crisis aguda que ha sucedido muy rápido. Su desaprobación aumenta, su gabinete no está cohesionado, los hechos de orden público lo desbordan y la moral en las fuerzas baja por la falta de determinación. La gente siente que los precios de todo son cada vez más altos, el desempleo es de dos dígitos y ahora su hijo.

Señor presidente, dicen en los pueblos que por el desayuno se conoce cómo va a ser el almuerzo. Su gobierno lleva 7 meses y está inmerso en una jornada diaria de reacción a escándalos que le quitan gobernabilidad, y, en los temas de narcotráfico, mucha legitimidad.

Su estrategia debe ser radical y debe ser ya. Cambie el discurso y declare la guerra al narco que no quiera acogerse sin beneficios de bienes a su propuesta de paz total. Cambie su propuesta y baje a 1 % la posibilidad de guardar el 6 % de las propiedades. Reúna a la Policía y todas las fuerzas en pleno y de un mensaje de respaldo categórico y de confianza institucional; muéstreles que es usted el comandante en jefe. Llame al secuestro, secuestro. No use más eufemismos con la fuerza pública porque la lealtad de los hombres de las fuerzas depende también de la lealtad de su jefe.

Si no envía los mensajes correctos ahora, corre el riesgo de que en el país perdure la sombra. Las investigaciones se tardan, los resultados aún más y la sombra de una acusación por narcotráfico a su círculo familiar se mantendrá intacta. No le queda más que enfrentar a los narcos, o que la percepción sea que eligió quedarse cerca de ellos.

TEMAS


Gustavo Petro - Ernesto Samper