Analistas 14/08/2019

Círculos viciosos

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

El domingo pasado se llevaron a cabo en Argentina las elecciones primarias (denominadas Paso) con el objetivo de determinar las listas definitivas de los partidos que podrán presentarse a las elecciones generales de octubre. Se esperaba que estos comicios, de acuerdo con las recientes encuestas, reflejaran leves diferencias en la intención de voto a favor del partido opositor Frente de Todos, al cual pertenece la expresidenta Cristina Fernández.

No obstante, los resultados en las elecciones mostraron un escenario que no solo difiere al esperado por analistas políticos y agentes del mercado, sino que parece marcar un derrotero de lo que serán las elecciones de octubre. Al respecto, en el plano nacional, el opositor Alberto Fernández obtuvo 47,6% de los votos, mientras que el presidente Macri tan solo se hizo con el 32,1% del electorado, una diferencia de 15 puntos porcentuales que desde ya parece difícil de superar. Roberto Lavagna, tercer candidato en discordia y posible aliado de Macri, apenas obtuvo 8,2% de los votos.

Dichas diferencias también se apreciaron a nivel de las provincias. Es ilustrativo el caso de Buenos Aires, en donde el economista heterodoxo, Axel Kicillof, aquel que sostiene que la inflación no es un fenómeno monetario, obtuvo 49% de los votos frente a 32% de su rival, posicionándolo como el futuro gobernador. En la lejana provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, hermana del fallecido expresidente, confirmó que cuenta con el caudal político para reelegirse como gobernadora, a pesar de las acusaciones de corrupción y mala gestión que se le hacen.

El presente económico de Argentina no es bueno y explica en parte los inesperados resultados del domingo. La gestión del presidente Macri, basada en el gradualismo, y que ciertamente recuperó la confianza del país a principios del mandato, a estas alturas podría reconocerse como fracasada.

En efecto, en el último trimestre la actividad productiva se contrajo 5,8% anual y su crecimiento para el año en curso bordearía, en el mejor de los casos, -1,2% según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Adicionalmente, los choques externos y la deficiente gestión del Banco Central en los últimos meses han llevado a que la inflación a cierre de junio haya alcanzado un nivel de 55,8%, una de las más altas del mundo. Por su parte, los déficits en cuenta corriente y fiscal (en % del PIB) alcanzaron en 2018 un 5,4% y 5,5%, respectivamente, agravando así la vulnerabilidad externa del país.

En este escenario, las perspectivas en el frente económico luego de las elecciones no han hecho más que deteriorarse, como parece demostrarlo la estruendosa caída del 38% del índice accionario Merval y la devaluación cercana al 15% el día posterior a los comicios. Los mercados parecen descontar que el “inminente” retorno del Kirchnerismo al poder dará continuidad a políticas equivocadas en el frente macroeconómico, atizará las tensiones con el FMI y agudizará la crisis económica.

El caso argentino es particular y desconcertante, como hace muchos años anotaba Kuznets, pero la falta de decisión política relativa a la implementación de medidas estructurales en frentes como el fiscal, pensional o laboral no le es exclusiva. Si bien Colombia presenta una situación muy diferente, debe, no obstante, tomar atenta nota, de manera que el electorado evite caer en “embrujos populistas” que generan estragos económicos aun antes de ser elegidos. Nosotros estamos a tiempo. A Argentina está a punto de agotársele.

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