Me pareció pertinente usar una versión modificada del grito de guerra de la extinta guerrilla ecuatoriana, para describir lo que esta pasando en ese país tras la inesperada pero afortunada victoria de Guillermo Lasso en la 2da. vuelta presidencial. También se aplica a Colombia, porque es un llamado a voltear la mirada a nuestro vecino del sur y a las inmensas posibilidades que nos ofrece, especialmente a la región suroccidental del país.
Empecemos porque Ecuador no es “tan chiquito” como creen algunos. Con más de 17 millones de habitantes, solo es ligeramente menos poblado que Chile, y equivale al 35% de nuestra población. Su PIB de US$100.000 millones de supera ampliamente al PIB del área metropolitana de Bogotá y su ingreso per cápita es comparable al nuestro. Pero lo destacable es que no es un país fallido o una economía frágil. De lo primero tenemos ya prueba con la elección de Lasso, que muestra su dinamismo político. De lo segundo basta solo recorrer sus dos principales urbes, Quito y Guayaquil, para darnos cuenta de que su economía es próspera y pujante, a pesar de 14 años de gobiernos liderados o impuestos por Rafael Correa.
Mas interesante incluso son las oportunidades comerciales que se nos presentan. Al terminar 2019, Ecuador era ya el cuarto destino de nuestras exportaciones, absorbiendo US$1.954 millones, concentradas, léase bien, en productos manufactureros e industriales. Para la misma época, importábamos de ese país US$824 millones, lo que nos dejaba un superávit de US$1.130 millones. Nada mal. Ahora bien, estas cifras han ido a la baja desde la pandemia, pero su proporción frente a nuestro PIB se mantienen.
Otro tema que tenemos que resaltar es el impacto regional de este flujo. Por ejemplo, para el Valle del Cauca, Ecuador es el segundo destino de sus exportaciones. Absorbe 20% de ellas, cifra incluso superior a México. Imagino que para Nariño esa proporción es mucho mayor, y lo será más, estimulada en no menor medida por obras críticas de infraestructura como el corredor Pasto-Rumichaca, que pronto será puesto en servicio con sus tramos completos.
El hecho es que se le presenta a ambos países una oportunidad de oro para ampliar y profundizar sus relaciones políticas y comerciales. Lo primero debe ser una invitación formal de Colombia a Ecuador a ser parte de la Alianza del Pacífico, junto con México, Perú, y Chile. Lo segundo es dinamizar la Comunidad Andina de Naciones, como un gran eje de integración regional. Lo tercero es una estrategia conjunta de seguridad y desarrollo para lograr una frontera libre de cultivos ilícitos y laboratorios de narcotráfico, protegiendo así nuestras cuencas y bosques, e incentivando el empleo rural. No estaría de más armonizar políticas migratorias, especialmente en el caso de los refugiados venezolanos.
Lo que ha ocurrido en Ecuador con la elección presidencial es de una inmensa trascendencia positiva para ellos, pero también para nosotros. Es innegable que Lasso tiene una gran química con Colombia y con nuestro gobierno. La izquierda populista queda sin ningún gobierno en toda la franja Pacífica Suramericana. Del lado nuestro nos ahorramos la difícil coyuntura de tener, en nuestras fronteras más importantes, a dos gobiernos que traten de minar nuestra estabilidad o alberguen narcoterroristas, como lo hace Maduro, y lo alcanzó a hacer Correa, aunque en menor grado. Y las posibilidades de incremento tanto del comercio como de inversión mutua, son realmente extraordinarias. Por eso, vuelvo y repito…Ecuador Vive, ¡Carajo!.