ra claro que sin la presencia del candidato, Gustavo Petro, se deslucía cualquier debate presidencial. Finalmente, anoche asistió. El lunar fue la ausencia de Rodolfo Hernández, que está ocupando el tercer lugar en las encuestas, pero ha tenido una dinámica ascendente. Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo asistieron cumplidamente. ¿Qué paso? Poco y mucho.
Pasó poco en el sentido de que no fue el debate intenso que sacó chispas con artillería pesada: aún así, hubo momentos interesantes, como cuando Petro patinó en su respuesta de por qué vaticinaba un golpe de estado, que al final lo enmarcó en la posible salida del registrador Nacional, o cuando respondió que sí firmaría un pedido sustentado de extradición de Piedad Córdoba. También fue muy diciente un “lapsus línguae” de Fajardo, que tratando de enfatizar que el no polariza, asegura que “el no inspira nada”. Dicho por él.
Federico Gutiérrez, por su lado, saca a colación que, a pocos días de la primera vuelta, todavía no se sabe qué pasó en los escrutinios de las parlamentarias, donde el escrutinio sumaba en 500.000 y 700.000 votos más a un solo partido, y responde que con el “plata es plata” se refería a la necesidad de ejecutar en las regiones recursos que hoy reposan en los bancos.
Cuando ya finalmente el debate giró a temas económicos y programáticos, llega la pregunta crucial de si en estas elecciones están en juego la democracia y las libertades. Fajardo desperdició la respuesta desviándola a la independencia de los organismos de control. Aquí Fico respondió de frente que sí, e introdujo un eslogan a esta contienda. “Cambio para mejorar y no para dar un salto al vació”. Y mirando a Petro aseguró que no se pueden acabar las instituciones y los empleos.
Petro, por su lado, aseguró falsamente que, en tema de democracia y libertades, ya Colombia y Venezuela están en el mismo nivel en cuanto a violencia del Estado contra jóvenes y el irrespeto al mandato popular y la Corte Interamericana, aludiendo a la suspensión de Daniel Quintero. Me imagino que no sabe o no quiere saber qué le pasa de verdad a los opositores a Maduro…charla pendiente con Leopoldo López.
Sergio Fajardo tuvo unos momentos de lucidez en la discusión de programas pensionales cuando dice que Petro mezcla “cuentas con cuentos”. Era claro que la ausencia de Rodolfo Hernández le daría el espacio de tercería e hizo todos los esfuerzos para aprovecharlo. Pero después vino la parte más sosa e ininteligible del debate, que fue la discusión de cómo se financiarían las pensiones y el gasto social. Aquí la discusión y la enredada con Petro fue monumental e interminable. Lo único que me quedó claro es que el Pacto Histórico no quiere robarse el stock de los fondos privados, pero sí el flujo, que tampoco le pertenece al Estado. El ganador indiscutible fue Fico, cuando aseguró que mantendría los dos pilares, el público y el privado, respetando los derechos adquiridos, pero eliminando a futuro los subsidios a las pensiones altas. Algo en que muchos veníamos insistiendo de tiempo atrás.
Al final, todos apuntaron a representar el cambio. Y la autodefinición de Petro me pareció adecuada…él es el cambio total y Fajardo es un cambio con maquillaje. Fico, sin embargo, le apuntó a un cambio calificado…cambio para mejorar. Pero añade la advertencia de no dar un salto al vació. Tendrá el electorado, entonces, que definir exactamente la clase de cambio que desea. No estaría de más mirar hacia el hemisferio a ver qué cambió con los que ofrecieron cambiar más. Y cuál fue el resultado. Aquí ya en Colombia tenemos dos millones inmigrantes testigos que nos podrán contar su experiencia.