Analistas 25/01/2023

Proteccionismo y política industrial

Santiago Castro Gómez
Expresidente de Asobancaria

Mientras aquí en Colombia nos estamos desgastando en debates inútiles sobre cómo reemplazar lo irremplazable como son las rentas petroleras, en el mundo las grandes potencias empiezan a mover fichas del tablero que afectan seriamente las reglas de comercio internacional establecidas. Mientras tanto, Occidente y los Estados Unidos principalmente, le encuentran más y más sentido a una política industrial de estado, bajo la consigna de defender sectores que consideran críticos, frente a un competidor estratégico como lo es China.

Pero también se esgrimen razones como la creación de empleos y la descarbonización. Es decir, el dirigisme francés es un juego de niños frente a estas iniciativas. Esta dinámica puede dejar fuera del juego a países de la periferia como el nuestro, si no lo entendemos. Por otro lado, podríamos salir altamente beneficiados si nos posicionamos para aprovechar las circunstancias.

Lo primero que hay que visualizar es que el mundo ya está polarizado y esta situación no parece que vaya a cambiar. Estados Unidos, Europa, Canadá, Australia, y Japón, conforman un bloque con la determinación de no ceder su liderazgo económico y tecnológico a China y su modelo de capitalismo autoritario. Y aunque se prevé que continuará un intercambio comercial voluminoso con el gigante asiático, Occidente seguirá construyendo una muralla de controles sobre exportación o acceso a tecnologías críticas en sectores estratégicos. Algunos de esos movimientos tendrán la forma de incentivos para fabricar en casa como lo es la Ley de Chips en Estados Unidos, que busca reafirmar el liderazgo de ese país en la fabricación de circuitos integrados, y cuenta con un presupuesto de US$52.000 millones. Más ambiciosa aún es la Ley de Reducción de la Inflación, que con US$400.000 millones busca también reducir la dependencia de ese país de las cadenas de producción en China, especialmente en el área de baterías eléctricas. Podremos imaginar entonces la reacción en cadena de otras potencias frente a estos desarrollos.

Lo clave aquí es que papel jugamos nosotros y como nos ubicamos para salir bien librados de este conflicto. Pero en sus salidas internacionales, el Presidente Petro ha dedicado todos sus espacios a una diatriba contra el orden mundial sin condenar a Rusia por desatar la guerra sobre Ucrania y sin señalar la política expansionista de China. Es más, con China, que puede seguir abriendo su mercado a nuestros productos, pareciera que lo importante fuera lograr que su empresa constructora del metro de Bogotá, accediera a un imposible cambio a estas alturas, a una línea subterránea. Con Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, y Canadá, tenemos tratados de libre comercio. No seremos objetos de sanciones, a menos que hagamos locuras, y tenemos la posibilidad como aliado estratégico, de ser objeto de inversión para reemplazar producción asiática en Colombia, idealmente posicionado para el nearshoring. Para eso si necesitamos una política industrial y en esto estoy de acuerdo con el Presidente Petro. Pero necesitamos pasar del discurso a la acción.

Si vemos la reforma tributaria, no hay ningún incentivo nuevo para los sectores que el gobierno quiere impulsar, empezando por el turismo. En reciente entrevista habló de que la transición energética debería estar acompañada de transferencia de tecnología e inversión para producir turbinas y componentes claves para la generación de energía renovable. ¿Qué bien por esa visión…pero dónde están en el papel siquiera las iniciativas o el marco normativo que hará eso posible? De proteccionismo ya vimos algo en el tema de confecciones, pero de política industrial inteligente y de fondo, sobre todo en el tema de descarbonización, tan central en la agenda de gobierno, nada de nada.

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