La cereza en la copa fue la entrega de la inmensa mayoría de la bancada conservadora a Petro en contra de su propio Presidente y Directorio. No medió un diálogo ni una corta conversación sobre principios y programas. Quiere decir esto que Petro, en su haber ya el Partido Liberal, tiene mayorías holgadas en el Congreso para llevar a cabo su agenda legislativa. Y solo serán más fuertes de darse movimientos en el Partido de la U y Cambio Radical. Ya las declaraciones de Dilian Francisca Toro sobre que podría apoyar las nuevas Mesas Directivas, y la críptica declaración de Germán Vargas Lleras sobre coincidencias temáticas con el Presidente electo, nos dicen por dónde va el agua al molino.
Creo que ni Iván Duque alcanzó a tener tal nivel de respaldo, entre otras cosas porque se gastó año y medio desechando apoyos de partidos que incluso lo acompañaron a segunda vuelta. El hecho es que la oposición en Colombia quedó relegada práctimente al Centro Democrático, al Mira y a Colombia Justa y Libres. Esto de por sí presenta un problema de vacío a millones de colombianos que creemos en la economía de libre mercado y en el sistema democrático de pesos y contrapesos, pero que tampoco nos consideramos uribistas (sin que esto implique demonizarlo o no reconocerle su labor de ocho años como Presidente). Defendemos, y rabiosamente, tanto las libertades económicas, generadoras de empresa y empleos, como en las personales, libres de sesgos religiosos. Ciertamente no queremos un estado Leviatán que ahuyente la inversión y cercene nuestro crecimiento a futuro.
Si muchas personas se identifican con lo que acabo de escribir, les quiero contar con mucho pesar que con dificultad y contando los dedos de una mano, encontraremos muchos que nos representen en el Congreso de la República. Quedan personas como Christian Garcés o José Jaime Uzcátegui en la Cámara, o Miguel Uribe y María Fernanda Cabal en el Senado. No desconozco que hay otras personas valiosas en el Legislativo, pero lamentablemente la mayoría se le han entregado a Petro, lo que les resta independencia frente a una agenda equivocada.
Se hace necesario entonces empezar a mirar a futuro la conformación de un partido de centroderecha que pueda ser sombrilla de independientes, de jóvenes, y profesionales, hastiados de la política tradicional y de la corrupción, pero enmarcados en unos principios políticos y económicos, que han llevado a la grandeza a otras naciones en distintas latitudes. No será una tarea fácil pero tampoco se empieza de cero; hay suficientes grupos y organizaciones ya extendidos por el país. El reto será organizarlos políticamente y crear una plataforma coherente y de impacto.
Las democracias se nutren de las discusiones entre contradictores, y a nivel del Congreso de la República, las fuerzas quedarán muy desequilibradas, con un centro político muy débil o más de izquierda y ya alineado también con el gobierno entrante. Solo quedan las instituciones y los medios de comunicación para moderar una agenda que, de no estar controlada, puede llevar al país a un sitio donde no quisiéramos estar. Pero hará más falta que nunca que un partido de centroderecha, que no pueda ser fácilmente demonizado o caricaturizado, pueda hacerse oír en estos momentos críticos de la nación. Es hora entonces de llenar ese vacío.
P.D. Quiero felicitar a Omar Yepes por su decisión de renunciar a la Presidencia del Partido Conservador. ¡Todo un acto de dignidad!