La demanda interna, motor principal del crecimiento económico, ha sido uno de los componentes más afectados con las medidas de confinamiento llevadas a cabo para hacer frente a la propagación del covid-19. Pese a que es creciente el número de empresas que ha empezado a retomar actividades y también las que han iniciado pruebas piloto para su eventual reapertura, los hogares aún se enfrentan a cuarentenas y restricciones en las principales ciudades del país que continúan resintiendo la dinámica económica.
Las cifras reveladas por el Dane demostraron una contracción del consumo de los hogares de 15,9% para el segundo trimestre del año, reflejando el deterioro del mercado laboral y el choque en materia de ingresos. Es de resaltar que el gasto de los hogares por finalidad, durante el segundo trimestre, deja entrever nuevos patrones, evidenciando un fuerte incremento en la participación del consumo de alimentos y bebidas, así como de alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles, y caídas en rubros tan importantes como el transporte, restaurante y hoteles.
Sin embargo, estos nuevos patrones, que parecen naturales en la actual coyuntura, han venido acompañados de señalas positivas. En efecto, para el mes de julio, según la firma Raddar, el gasto de los hogares, en términos reales, mostró una contracción marginal de 0,1% frente al registro de un año atrás, una cifra que luce desde luego esperanzadora cuando en el mes de abril la contracción bordeaba 5,1%.
No obstante, si bien estos resultados sugieren una recuperación paulatina del consumo de los hogares, la recuperación en todos los subsegmentos no será igual ni se dará con la misma celeridad, un hecho que muestra un panorama incierto sobre la gradualidad de la recuperación. Inquieta hoy, en este escenario, el hecho de que las dinámicas de consumo pre-pandemia difícilmente se reestablecerán en tanto muchos segmentos, particularmente los asociados a entretenimiento, bares, restaurantes, hotelería y turismo tarden más tiempo en estabilizarse.
Es por ello que, las medidas anunciadas en los últimos días para dinamizar los establecimientos pertenecientes a dichos sectores lucen cruciales. Se requieren, desde luego, protocolos estrictos en lugares cerrados, así como una asertiva adaptación para aprovechar espacios al aire libre en restaurantes, salas de cine y bares. Si bien muchos comercios tendrán que acoplarse por un tiempo a este tipo de dinámicas y ello les exige sacrificios adicionales, hoy esta reapertura, bajo protocolos adecuados, no solo no da espera, sino que resulta imperativa para impulsar el consumo privado.
También lucen acertados los planes de reactivación económica anunciados por el Gobierno que buscan crear un millón de empleos, un hecho que le brinda mayores esperanzas a un mercado laboral altamente golpeado.
Restablecer de forma progresiva la confianza privada y los canales del consumo e inversión son, sin duda, los principales desafíos para la política pública. El carácter asertivo de las medidas que permitan impulsarlos en el corto plazo, así como la celeridad en su implementación, marcarán la senda de recuperación de la demanda interna en los próximos meses.
Tenemos hoy el reto no solo de recuperar, con la mayor celeridad posible, lo que perdimos por cuenta de la pandemia, sino también de sacarle el mayor provecho de las enseñanzas que nos deja esta nueva realidad.