En momentos de crisis es cuando más se hace evidente la necesidad de mantener un sistema multilateral de comercio funcional, transparente y basado en reglas, hoy enmarcado en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Como ya se ha advertido, la emergencia sanitaria que hoy vivimos -además de los desafíos propios que conlleva- desencadenará en una situación económica difícil a nivel global. El impacto de esta crisis en el comercio internacional no será la excepción.
En días pasados, la OMC publicó sus previsiones del comercio mundial para el 2020-2021, en donde se resalta el fuerte impacto que generaría el Covid-19. Para 2020 se estima que el comercio internacional se vería reducido entre un 13% (hipótesis optimista) y un 32% (hipótesis pesimista). Estas cifras no son nada alentadoras.
En gran parte, el impacto de la pandemia en el comercio se explica en razón de las medidas (necesarias) adoptadas para frenar la propagación del virus. En varias jurisdicciones, se ha recurrido a restricciones al movimiento de personas, deteniendo grandes sectores de la economía, como el turismo, los restaurantes, el comercio no esencial al por menor, entre varios otros.
Asimismo, se han adoptado medidas temporales que restringen el comercio internacional de productos esenciales, con el fin loable de asegurar un abastecimiento local suficiente para proteger la población. Sin embargo, muchas de estas medidas pueden generar disrupciones en las cadenas globales de valor, generando mayores efectos sobre el comercio internacional.
¿Por qué, entonces, es importante el sistema multilateral?
Por un lado, tener un sistema multilateral del comercio basado en reglas ha evitado que en momentos de crisis, como esta, se acuda injustificadamente al proteccionismo y a la adopción de restricciones encubiertas al comercio. Las disciplinas de la OMC, aunque incluyen flexibilidades indispensables para reaccionar en situaciones como la que vivimos hoy, son de obligatorio cumplimiento para sus Miembros. El incumplimiento puede llevar a disputas comerciales e incluso a la adopción de medidas retaliatorias legales por parte de otros Miembros de la Organización.
Igualmente, a través del sistema multilateral, ha sido posible evaluar las medidas adoptadas por los diferentes integrantes de la OMC. Basados en el principio fundamental de transparencia, inherente a las obligaciones en la Organización, los Miembros debemos notificar las diversas medidas implementadas para conocimiento de todos. Esto contribuye notoriamente a que los actores del comercio internacional puedan ajustarse, tanto como sea posible, a las nuevas condiciones del comercio y que las cadenas globales no se vean tan afectadas.
Por otro lado, la OMC es el foro idóneo para adoptar medidas comerciales de manera coordinada a nivel global, tanto con el fin de combatir la pandemia actual con mayor eficacia, como para apoyar la reactivación de la economía mundial. Recordemos que los 164 Miembros de esta Organización representamos más del 98% del comercio mundial. Este es el momento de aprovechar a la OMC como instrumento multilateral de coordinación y cooperación internacional. No hacerlo revertirá en una recuperación económica más lenta y posiblemente con consecuencias más profundas en las economías de sus Miembros.