El gran desafío de la transición
La transición global hacia una economía baja en carbono ha puesto sobre la mesa nuevas y relevantes discusiones alrededor de la minería y su rol en la construcción de un futuro sostenible. Gobiernos, analistas y empresas de la industria han llegado a un consenso casi generalizado: para cumplir con los objetivos pactados en 2016 en el Acuerdo de París se requiere que las naciones migren hacia energías renovables; y bajo esta premisa, la actividad minera toma un papel protagónico.
Lo que antes, para muchos, era un escenario de mundos opuestos, blanco o negro, ha pasado a integrar múltiples posturas, pues la apuesta mundial contra el cambio climático plantea matices importantes para un sector que está en constante evolución y no es ajeno a las necesidades del mundo actual.
Se hace entonces indispensable continuar consolidando la actividad minera en el país, ejecutando las actividades de manera responsable con el entorno, que minimice su impacto ambiental y sea el motor fundamental para transformar vidas, contribuir al desarrollo económico y el bienestar de los territorios.
Hoy el gran desafío al que nos enfrentamos para alcanzar los compromisos del cambio climático es el abastecimiento de minerales. Para la transición energética necesitamos la ejecución de más proyectos mineros que aporten al desarrollo e implementación de tecnologías limpias. Estas requieren de minerales especiales para lo cual es indispensable adelantar estudios de exploración en aras de suplir la creciente demanda mundial.
El Banco Mundial asegura que la demanda de minerales como el litio, el cobalto o el grafito se incrementará para 2050 en más de 300%; mientras que, en un estudio realizado por la firma S&P Global se concluye que la cantidad de cobre requerido entre 2022 y 2050 será mayor que todo el cobre consumido en el mundo entre 1900 y 2021; con un aumento de 82% en su demanda entre 2021 y 2035.
Países como Chile y Perú cuentan con una importante producción de cobre, un recurso que, por su alta conductividad ecléctica y térmica, resistencia a la corrosión, y que puede ser reciclable, entre otras características; se convierte en un mineral clave para tecnologías de energías limpias.
Colombia tiene un alto potencial minero para aportar a la transición energética con zonas de gran capacidad de extracción de cobre. Aumentar la oferta de este mineral en el país se hace crucial, ya sea a través de nuevas minas, el aumento en la capacidad de las ya existentes o incluso, desde el reciclaje del mineral, el cual es susceptible de ser extraído de baterías, cables y otras tecnologías.
Lo anterior, con un necesario y claro impulso desde las políticas públicas que permita generar las condiciones necesarias para la producción y el abastecimiento de este y otros minerales de manera amigable con el entorno.
Sin en el trabajo conjunto entre gobiernos, gremios y empresas del sector; y sin minería, el abismo entre la oferta y la demanda de estos minerales hará imposible cumplir con las metas sostenibles que nos hemos trazado a nivel global.
En ese sentido, las compañías mineras y el gremio en general tenemos un reto enorme: seguir evolucionando a la par con las transformaciones del mundo, integrando tecnología y altos estándares en nuestras operaciones para ser un aliado de la sociedad en el proceso de transición energética y la construcción de un futuro sostenible.