El sistema de salud colombiano hace muchísimo con muy pocos recursos. Sí. A pesar de los muchos casos trágicos e indignantes que aún produce el sistema, para la gran mayoría de colombianos, en especial aquellos de escasos recursos, la salud sí ha mejorado significativamente.
Colombia tiene prácticamente cobertura universal en salud con 97% de la población protegida por un seguro. Esta es una cifra similar a la de países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico -Ocde- y superior al promedio de América Latina. En Estados Unidos, el país más rico del mundo, aún hay aproximadamente 26 millones de personas (8% de la población) sin ninguna clase de seguro de salud.
El crecimiento de la cobertura de salud en Colombia ha sido muy acelerado. Con datos de países Ocde desde 1960 hasta 2016, se encuentra que los mayores aumentos en cobertura de salud en cualquier periodo continuo de 20 años fueron Corea del Sur, Portugal, -quienes en menos de dos décadas lograron tener cobertura universal- y Colombia. Gracias a la Ley 100, Colombia logró darle cobertura a prácticamente la totalidad de la población en las dos décadas siguientes al Gobierno Gaviria. Cabe recordar que en 1993 tan solo uno de cada cinco colombianos tenia un seguro de salud.
Sin embargo, no es lo mismo hablar de cobertura de salud en Colombia que en Finlandia o Suecia. La falta de recursos, la corrupción del régimen subsidiado en las regiones, y la falta de capacidades y gerencia, reducen sustancialmente la calidad del servicio que reciben los ciudadanos. De allí los muy justificados reclamos de la ciudadanía expresados muchas veces en tutelas. El presente texto aborda únicamente la falta de recursos del sistema.
A diferencia de otros países Ocde, los aumentos de cobertura de salud en Colombia se han hecho con muy pocos recursos. En Corea del Sur, el incremento en cobertura de salud en veinte años se apalancó con un aumento de 15 veces el gasto por habitante en salud, mientras que en Colombia tan solo pudimos duplicar este gasto entre los años 1993 y 2013. De hecho, Colombia es uno de los países que menos ha aumentado su gasto por habitante en salud en el último medio siglo.
Colombia gasta poco en salud. El promedio del gasto per cápita en salud en la Ocde es cuatro veces el de Colombia (US$3.994 versus US$960). Harían falta un par de reformas tributarias -como la que propone generalizar el cobro de IVA- si se quiere un sistema financiado como el de los países Ocde.
Desde una óptica internacional, la salud en Colombia se financia mayoritariamente con el presupuesto público. De cada 100 pesos que gasta la sociedad colombiana en salud, 84 son financiados por el erario público y 16 salen del bolsillo de los ciudadanos. En América Latina no sucede lo mismo. De cada 100 pesos, 66 los pone el Estado y 34 el ciudadano.
Es evidente entonces que la cobertura ya no parece ser un problema mayúsculo, en cambio si, lo es la baja financiación. Sería errado desconocer las fallas del sistema de salud colombiano. Pero no comprender sus virtudes impediría ver los avances que se pueden lograr. Integrar estas contradicciones es la única manera de seguir avanzando gradualmente en adaptar el sistema de salud a las crecientes necesidades y expectativas de la sociedad colombiana.