Compañías con Propósito Especial de Adquisición
Los “Special Purpose Adquisition Companies” (Spac) datan de principios de este Siglo XXI, pero en realidad han mostrado su verdadero potencial durante los dos últimos años. Se trata de vehículos financieros que toman la forma de Compañías con Propósito Especial de Adquisición (C-PEA). Su virtud ha radicado en ofrecer alternativas de financiamiento a empresarios innovadores que buscan formas simples de apalancar sus ideas y potencial crecimiento. En vez de atenerse a los costos y demorados tiempos de las emisiones de acciones (así se trate de una galería especial para empresas medianas), muchos empresarios de Estados Unidos y Europa han recurrido a este sistema de las C-PEA.
En efecto, se estima que, durante 2020-2021, el financiamiento vía C-PEAs ha podido llegar a cifras cercanas a los US$500.000 millones. Aun así, es una cifra inferior a 2% del financiamiento realizado a través de las grandes emisiones bursátiles (The Economist, 2021, “Spac Invation”, Feb. 20th). Sin embargo, dichos C-PEAs han sido la solución financiera esperada para unos 1.000 empresarios para “darle la vuelta a sus emprendimientos” en tan solo un par de años, siguiendo al típico mundo de Silicon Valley.
Cabe entonces preguntarse por esas características tan atractivas de los C-PEAs para los soñadores de exitosos “unicornios”. En el cuadro adjunto hemos resumido los factores que consideramos van a la nuez del asunto cuando se comparan las formas de financiamiento vía C-PEAs con las tradicionales emisiones de acciones (conocidas como Oferta Pública de Adquisición, OPAs, o en inglés como Initial Public Offerings).
Tal vez la distinción mas importante es que se trata de empresas que ya han sido relativamente exitosas y que todo lo que pretenden es escalar su tamaño y eventualmente diversificar sus productos, pero para ello aplican un enfoque bottom-up, en vez de buscar los grandes capitales como financiadores (ver cuadro adjunto). En este sentido los C-PEAs se apoyan en patrocinadores-propietarios que buscan socios allegados al sector y cuyo éxito depende de la confianza que despiertan estos patrocinadores y no tanto la idea de llegar a masificar su propiedad (como suele ocurrir con las firmas del S&P500). Aprovechando esa cercanía con los patrocinadores, las C-PEAs fungen como “cheques en blanco” y en muchas ocasiones las adquieren a “ciegas”, sin conocer los detalles de la operación y protagonistas.
Obviamente, esto encierra algunos peligros, pues si sus patrocinadores resultan ser simples “influenciadores” y no profundos conocedores del negocio, entonces dicha financiación no se traducirá en incrementos en productividad e innovación y el retorno de la inversión no será el esperado. Se ha estimado que cerca de 50% de los casos en C-PEA han sufrido serios problemas en su concreción y apropiada valoración, donde a inicios del 2022 enfrentaron serias cancelaciones ante los anuncios de alzas en las tasas de interés por parte de la Fed.
Una segunda característica es que los C-PEA suelen partir de un presente y no de expectativas de un “brochure futurista” que en muchas ocasiones no resulta suficientemente monitoreado bajo la alternativa de OPAs. Han sido los Fondos de Capital especializados (tipo Apollo o KKR) los que mejor realizan dicho monitoreo y de allí su importancia como patrocinadores-conocedores de los C-PEAs.
Se habla de altos cobros (7%) sobre emisiones de OPAs por parte de los bancos de inversión, pero los datos indican que el cobro en los C-PEAs es similar (8%). Además, los C-PEAs han mostrado dificultades para mantener el precio de entrada de los inversionistas, mostrando desvalorizaciones entre 10-30% pasada la euforia inicial de la colocación. Esto se debe a la baja profundidad de estos mercados frente a la robustez de índices como el S&P500 o inclusive el índice Russell de empresas de menor tamaño.
En Colombia, la BVC ha hecho diversos esfuerzos por abaratar los costos de colocación de emisiones y para ello había habilitado un “mercado balcón” para empresas de menor tamaño. No obstante, ello no fue exitoso, probablemente debido a problemas estructurales del mercado accionario colombiano: altos costos operativos, poca profundidad en su porción flotante y baja transmisión de utilidades empresariales hacia tenedores accionarios, promediando un bajo “dividend-yield” de 3% nominal (-2% real anual).
Parece tener mejor alternativa la novedosa opción del mercado A2censo-BVC, el cual busca facilitar la plataforma transaccional de la BVC para el financiamiento de empresarios innovadores que requieran sumas relativamente bajas. Durante su corto periodo de expansión 2019-2022 (similar al de los C-PEA) se han logrado vincular cerca de proyectos por valor de $40,000 millones, lo cual habla bien de sus perspectivas al tenerse en cuenta los difíciles años de coincidencia con la dura pandemia-Covid.
Algunos de los elementos de dicho A2censo-BVC aprovecha los principios de “crowdfunding”, siendo claro que se trata de inversiones de riesgo no respaldadas directamente por la BVC. Sin embargo, existe un pequeño capital de respaldo apoyado por algunas multilaterales, como señal de apoyo a este tipo de emprendimientos que resultan valiosos a la hora de promover la innovación empresarial.