Concentración del ingreso y salario medio/mínimo
Movimientos antiestablecimiento
La rebelión política anti-establecimiento a nivel global ha tenido como “mantra” el tema de la inequidad y, dentro de ella, una obsesión con el diferencial de ingresos. Sin embargo, es común el error de hacer dichas comparaciones antes de la marcada intervención que lleva a cabo el Estado en pro de una mayor igualdad a través de: i) imponer tributación progresiva (los pobres no pagan y los ricos pagan tasas marginales crecientes); y ii) expandir costosos programas de subsidios públicos a favor de las familias más pobres (incluyendo sustento alimenticio, acceso a la educación, al transporte y a la salud de forma gratuita). Veamos con algún detalle el positivo efecto que causan esas intervenciones estatales cuando están bien focalizadas en obtener mayor tributación de los hogares más ricos (1% más pudiente) y en redistribuir el gasto público hacia la población más vulnerable (10% con menores ingresos).
Efectos de la intervención estatal focalizada
Con base en información homologada por la Ocde, se tiene que actualmente el coeficiente Gini de Estados Unidos es (efectivamente) muy desigual, al arrojar valores de 0,508 (antes de tener en cuenta el efecto de la tributación progresiva y de los subsidios a los estratos bajos). Pero, al tener en cuenta este doble efecto pro-equidad de la tributación y del gasto público, se encuentra que dicho Gini se reduce a 0,394 (una encomiable reducción de 0,11 puntos en el índice, equivalente a un correctivo de -22% en dicha desigualdad).
Ese registro pro-equidad de Estados Unidos, sin embargo, aún deja mucho que desear si se le compara con lo que ocurre en Francia o Alemania (cuyos Ginis bajan de 0,504 a cerca de 0,294 tras la intervención estatal, registrando correctivos de -43% en dicha desigualdad).
Por contraste, en el caso de Colombia se tiene actualmente un elevado Gini de 0,52 (no muy diferente del observado en el mundo desarrollado, salvo en Canadá o en los países nórdicos, donde se tienen valores cercanos a 0,44). Pero la gran diferencia estriba en que la labor del Estado colombiano en temas pro-equidad es realmente lamentable. En efecto, solo recientemente se han adoptado (con la Ley 1607 de 2012 y la Ley 1943 de 2018) esquemas de progresividad tributaria significativos. El problema es que esta progresividad tributaria solo se aplica a una porción mínima de los estratos altos (principalmente asalariados de altos ingresos). Los trabajadores independientes de altos ingresos suelen esconderlos bajo un complejo tinglado de “empresas fachada”, tanto nacionales como internacionales. De esta manera, se tiene que el recaudo de Imporrenta-Riqueza de los hogares colombianos se mantiene en cifras inferiores al 2% del PIB, frente a un referente de 9% del PIB en países Ocde.
Dicho de otra manera, aunque las leyes tributarias pro-equidad (arriba mencionadas) están ahora bien estructuradas en Colombia, ellas “muerden” casi solo a los asalariados. Por ejemplo, se estima que tan solo unos 500.000 contribuyentes (2% de la PEA) terminan pagando tributos adicionales a los valores retenidos en la fuente, y solo 0,1% de la PEA declara el impuesto patrimonial.
La segunda fase de la intervención estatal pro-equidad, a través del gasto público, es aún más lamentable en Colombia. Como ha sido copiosamente documentado, incluyendo el PND 2018-2022, la aplicación de regresivos subsidios pensionales prácticamente anula los subsidios dados a los estratos bajos a través de Familias en Acción (alimentación-salud) o Colombia Mayor (apoyos a ancianos pobres). La aritmética de los inequitativos subsidios lo dice casi todo: mientras que se destina cerca de 4% del PIB por año a las regresivas pensiones que administra Colpensiones, los programas sociales pro-equidad (antes mencionados) no superan 0,5% del PIB por año. ¿Cómo esperar entonces que ello mueva hacia abajo el Gini desde el 0,52 de Colombia hacia cifras como el 0,394 observado en Estados Unidos o el 0,294 de Francia?
La triste respuesta es que la intervención estatal de Colombia no mejora casi nada la igualdad, medida a través del Gini. Dicho índice permanece prácticamente en esos niveles de 0,52 como resultado de las políticas “Hood-Robin”, las cuales deben alterarse radicalmente a través de una Reforma Pensional Estructural-REP.
La relación Salario Medio/Salario Mínimo
La relación Salario Medio/Salario Mínimo La otra arista del problema de la inequidad tiene que ver con los diferenciales salariales. Con frecuencia se esgrime que el 10% más pudiente ahora tiene ingresos que superan en 13 veces los ingresos del 10% más pobre. Así, esta proporción de inequidad prácticamente se ha duplicado durante los últimos 50 años, en el caso de Estados Unidos. Ello se refleja en un coeficiente Gini que (efectivamente) es muy desigual al arrojar valores de 0,508 en el propio Estados Unidos (según lo arriba señalado).
Sin embargo, vale la pena analizar en detalle la trayectoria de la relación Salario Medio/Salario Mínimo y contrastar lo ocurrido en Estados Unidos (donde el salario medio se ha venido incrementando respecto del mínimo) con lo ocurrido en Colombia (donde el salario medio ha ido convergiendo hacia el salario mínimo).