Analistas 04/12/2023

El debate inflacionario

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Para finales de 2023, se pronostica que la inflación en los Estados Unidos estaría más cerca de 3% que de 4% (valor esperado seis meses atrás). Este positivo resultado ha revivido el debate sobre caracterización de la inflación 2021-2023.

Para unos, esta corrección inflacionaria es la “reivindicación de las palomas” que recomendaban no subir “tanto” la tasa de interés de la Fed, la cual pasó de 0,25% a 5,5% durante marzo-2022 a julio-2023. Este bando estarían Stiglitz, Galbraith y Ghosh (ver Project Syndicate, nov. 17 de 2023). Este bando de la “inflación-temporal” argumenta que, dado que se trataba de inflación causada por choques de oferta, la Fed ha debido esperar “aún más” antes de elevar sus tasas de interés, pues dicho instrumento no tenía nada que ver con recomponer las cadenas de valor globales.

Pero el otro bando de “los halcones”, argumentando que el grueso de dicha inflación provenía de excesos de demanda (agravados por impulsos fiscales Biden), también reclama como suya la exitosa lucha antinflacionaria, incluyendo aquí a Summers, Forman y Frankel (ver “Did the Fed Rein in Inflation” Project Syndicate, nov. 17 de 2023).

Gráfico LR

En cualquier caso, creo que es justo reconocer que la Fed ha logrado contener la inflación y con alta probabilidad de tenerse un “aterrizaje suave”. Este último implica tener un crecimiento de 2,4% en 2023 y desempleo tan bajo como 3,7% a lo largo de 2023. Y, sin embargo, la inflación ni en Estados Unidos ni en Europa está totalmente controlada, pues se teme alta persistencia cercana a 3% anual durante 2024.

La posición más extrema de “palomas” ha sido la de Stiglitz, dando a entender que las cadenas de valor se autocorregirían, superado el covid, y que no existía necesidad de moderar la demanda agregada vía tasas de la Fed. Y por el lado de “halcones” estuvo Summers insistiendo en que la Fed ha debido actuar más prontamente y conteniendo más excesos de gasto público. Se llegó a afirmar que el desempleo tendría que acercase a 6,5% antes de poder controlar la inflación.

Las “palomas” hoy acusan a la Fed de haber generado tensión fiscal por encarecimiento de la deuda pública y de causar (supuesta) estampida de capitales huyendo de países emergentes. Y “halcones” tienen un difícil rompecabezas para descifrar, pues la inflación se viene acercando a 3% en 2023 y con tasas de desempleo promediando 3,7%, el mejor registro en último medio siglo.

A su vez, Krugman reconoce que ha sido difícil leer la coyuntura del periodo 2021-2023 y que la “curva de Phillips” de los años 1970-1980 probablemente no es un buen referente para un mundo con tecnologías tan cambiantes. Estas afectan tanto el capital como el mercado laboral de manera rápida y profunda (como el “gig-work” resultante de aplicaciones digitales).

Tal vez resulta útil analizar aquí algunos de los componentes de la inflación y así dilucidar cómo estos han cambiado de manera rápida durante 2020-2023, alterando el diagnostico estático con el cual se iniciaron los diagnósticos inflacionarios en 2021.

En primer lugar, están las cadenas de valor globales. Aquí la pregunta relevante es si los bancos centrales podían haber esperado más de los 12 meses (contados desde marzo-2021) antes de iniciar sus alzas en la repo-central, simplemente porque se trataba de un choque de oferta. La misma pregunta cabe hacerse sobre la carrera ascendente del precio del petróleo (iniciada desde mediados del 2020 y que alcanzaba los US$90 barril a inicios de 2022, antes del conflicto de febrero); y mi respuesta es que probablemente la Fed ya había esperado cerca de un año, y comprado la supuesta “temporalidad” de la inflación, hasta que ya no pudo aguantar más al ver que dicha inflación pasaba de 5% a 10% anual hacia mediados de 2022 y con una inercia salarial a ritmos de 6% anual. Luego creo que Stiglitz y sus colegas se equivocan en su recomendación de no actuación Fed.

De otra parte, ha estado la apreciación dólar vs. monedas fuertes (cercana a 10%), la cual le compró espacio anti inflación a la Fed. Pero, aun así, la Fed no podía aguantar más la inflación energética con US$100 / barril y gasolina promediando US$5 / galón. Hizo bien Biden en apoyar dicha estrategia liberando reservas estratégicas para atajar presiones de costos, al tiempo que la Fed contenía excesos de demanda agregada. Y, sin embargo, los déficits fiscales han continuado muy altos, a ritmos de 6% del PIB por año.

Así que, en síntesis, los bancos centrales del mundo desarrollado se coordinaron con sus gobiernos y usaron todas las herramientas para contener exitosamente la inflación; venir a decirnos ahora Stiglitz que no se requería haberlo hecho, pues la inflación bajaría por sí sola, es realmente una torpeza que mucho le resta a su prestigio académico.

Y los Stiglitz-locales (que abundan en la Administración Petro) la tienen muchos más difícil, pues aquí el Banco de la República actuó tardíamente, hizo su puesta-a-punto, pero le resultó insuficiente (ver gráfico adjunto). De esta manera, la economía de Colombia está cerrando con un lánguido crecimiento de 1% en 2023 y todavía con el pecado de inflación rondando los dos dígitos, lo cual implica estar perdiendo la meta inflacionaria por tercer año consecutivo. Los Stiglitz internacionales discuten las razones del exitoso control inflacionario y los locales quisieran emularlos, pero solo tienen su ideología fantasiosa para mostrar.

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