Índice de Sufrimiento Macroeconómico
Una forma sencilla de obtener un rápido balance sobre el desempeño macroeconómico es a través de computar lo que hemos denominado el Índice de Sufrimiento Macroeconómico (Clavijo y Vera, 2023 “Banca Central…”), definido como: (inflación + desempleo) - (crecimiento económico), el cual es una variante del índice de empobrecimiento-miseria de Okun, donde solo entraban los dos primeros componentes.
En el cuadro adjunto se observa que la inflación promedio ha venido descendiendo de niveles de 22-24 % anual durante los años 1975-97 a niveles de 9,9 % en los años 1998-2002 y a solo 4,5 % durante 2003-2022. Este último dato resulta inclusive inferior al promedio de 12% de inflación anual que tuvo la economía colombiana en su época “dorada” de 1967-74.
Infortunadamente, este rápido descenso de la inflación se ha visto empañado, primero, por la persistencia del alto desempleo a niveles promedio de dos dígitos desde los años 1980 hasta el presente, y, segundo, por la desaceleración del crecimiento del PIB-real a 4 % durante 1975-1995 y 3,5 % en las dos últimas décadas.
La suma de la inflación y el desempleo (“los males de la economía”) promediaron 34 % durante 1975-97. A pesar del descenso rápido de la inflación, dicha suma apenas se redujo a 29 % en los años 1998-2002 y a 17 % durante 2003-2022. Al restarle el crecimiento del PIB-real, se tiene que el Índice de Sufrimiento Macroeconómico tan solo había logrado descender de 30 % hacia 13 % en las dos últimas décadas, explicado en buena medida por el alto y persistente desempleo. Este desempeño macroeconómico de Colombia todavía deja mucho que desear cuando se le compara con el guarismo obtenido por Chile en dicho índice, el cual se ha ubicado en un solo dígito en últimas décadas.
Todo parece indicar que este Índice de Sufrimiento Macroeconómico estaría bordeando 21% en 2023 ( = 11,5% inflación promedia + 10,5% desempleo promedio - crecimiento PIB-real de 1%). Esta cifra se compara muy desfavorablemente frente a 13% obtenido durante el exitoso periodo de la estrategia de inflación objetivo (2003-2022). Ello se explica por el mantenimiento de cifras de desempleo elevadas (10,5%) en combinación con rebrote inflacionario pasando del histórico 4,5% anual hacia el preocupante 11,5% anual este 2023, al tiempo que se desacelera el crecimiento económico del potencial de 3% hacia solo 1%.
La discusión macro a nivel internacional se ha vuelto aún más compleja al rebatir Galbraith (2023 “Down on the Biden Economy” Project Syndicate Sept. 20th) a Krugman las implicaciones del Índice de Sufrimiento Macro en los Estados Unidos. Actualmente, dicho índice es tan bajo como 6% (un tercio del valor observado en Colombia) y, aun así, la tasa de aceptación de la gestión Biden es solo de 30%. Por eso dice Galbraith que se requiere análisis más profundos para dilucidar por qué “disfrutando” Biden de un desempleo tan bajo como 3,7% (el mejor en medio siglo), se tiene tal descontento. Argumenta Galbraith que ello se debe principalmente al efecto inflacionario, donde la capacidad adquisitiva de los hogares no ha logrado ser compensada por la absorción de la mano de obra.
Un factor a considerar tiene que ver con la llamada “gig-economy”, donde se tiene que la absorción laboral ocurre principalmente en sectores de servicios con bajas tasas de remuneración. Esto explicaría esa combinación de baja capacidad de consumo (alto descontento social), resultante de alta inflación y bajos salarios, manifestándose en elevada tensión sindical. Inicialmente fueron los guionistas de Hollywood reclamando mejores sueldos y protección frente a la “amenaza” de la inteligencia artificial. Después se unieron los actores; y más recientemente se tuvieron serios conflictos sindicales en transporte férreo (solucionado con intervención estatal) y ahora en las fábricas de automóviles de Detroit, Illinois y Ohio.
Las contradicciones abundan en todos los campos. Por ejemplo, los trabajadores automotrices han sido vocales apoyando la transición energética (lidera por los Demócratas de avanzada), pero al mismo tiempo esgrimen como motivo de huelga el despido de trabajadores de las áreas de motores de combustión-gasolina, donde los enganches en las líneas de carros eléctricos son la mitad de las tradicionales. Esto deja claro que la transición energética automotriz generará menos puestos de trabajo (en neto).
Y en Colombia la situación también tenderá a complicarse en 2024 al tenerse contracción económica en construcción, industria y comercio. Esto seguramente llevará a que la tasa de desempleo regrese al promedio de 11% de años anteriores y con una inflación persistente a tasas de 7% aun en 2024.
Como van las cosas, todo apunta a que se tendría un Índice de Sufrimiento Macro también elevado en 2024, seguramente bordeando 18% ( = 9% de inflación promedia más 11% desempleo promedio y con un crecimiento PIB-real de solo 2%). Esta cifra estaría mostrando tan solo una pequeña corrección respecto del “malestar” macro de 21% observada en 2023. Así, a la turbulencia macro, se le añadirá la turbulencia social cuando la Administración Petro empiece a enfrentar el sol a sus espaldas durante 2024-2026 y con índices de rechazo de 64%. Esperemos que para entonces se perfilen mandatarios con mejores planes gubernamentales, aterrizados y dejando atrás la dañina ideología izquierdista.