Inflación de marzo y desaceleración económica
El Dane reportó que el mes de marzo registró una inflación de 0,47%. Este dato resultó algo inferior al previsto por los analistas (0,54%), pero fue sustancialmente menor al observado un año atrás (0,94%). Con ello, la inflación total continuó disminuyendo de 5,18% a 4,69% anual en febrero-marzo, acercándose al techo del rango-meta (2%-4%) de largo plazo del Banco de la República (BR).
Este comportamiento se explica principalmente por la reducción de la inflación de alimentos, pasando de 5,21% anual en febrero a 3,65% anual en marzo. A pesar de los excesos de lluvias durante meses recientes, los precios de los alimentos continuaron con su marcado descenso, haciendo muy probable registros de inflación de alimentos tan bajos como un 2% anual a la altura de julio vs. el casi 16% de un año atrás.
La inflación subyacente (sin alimentos) se mantuvo relativamente estable, ubicándose en 5,13% anual en marzo (vs. 5,17% en febrero). En este frente, el alza de la tarifa general del IVA de 16% al 19% (Ley 1819 de 2016) y la indexación de precios-salarios han generado presión inflacionaria, a pesar de los alivios en el costo de los importados (pass-through). Por ejemplo, la tasa de cambio peso-dólar registró apreciaciones de 6% promedio anual en marzo de 2017 frente a devaluaciones del 21% un año atrás. Así, los importados del IPP registraron una deflación de -2,7% anual en marzo (vs. +11,5% un año atrás).
Con relación a la indexación salarial, cabe mencionar el reciente “regaño” de la Corte Constitucional al Gobierno por la falta de pedagogía en el ajuste del SML (Decreto 2209 de 2016). Aunque algunos analistas proponen que dicho SML debería fijarse con la inflación proyectada, es obvio que el trabajador se oponga a ello, tras tres años de perdida de la meta del Banco de la República (BR), incluyendo la de 2017. De allí la importancia de re-anclar las expectativas de inflación, pues de lo contrario las exigencias sindicales y la inercia del SML terminarían por “empinar” la curva de Phillips (aumentando el desempleo y perdiendo la meta nuevamente en 2018).
En el plano internacional, los indicadores líderes sugieren moderados rebotes en la economía mundial hacia el 2,9% anual en 2017 (vs. 2,6% en 2016). Aunque ello resultaría superior al promedio de 2,5% del último quinquenio, preocupa la pérdida de crecimiento potencial, dado el estancamiento observado en la productividad. En Estados Unidos, el crecimiento repuntaría hacia el 2% en 2017 (vs. el pobre 1,6% de 2016), mientras que la Zona Euro lo haría a 2% (vs. 1,7%).
Localmente, el PIB-real se expandió un 2% anual durante 2016, desacelerándose frente a 3,1% un año atrás. De cara a 2017, las señales de debilidad económica persisten. En efecto, el ISE-Dane tan solo se expandió a 1,2% anual en enero de 2017 (vs. 3,1% un año atrás), en línea con el Anif-Leading-Index que pronostica un crecimiento del PIB-real de 1,6% anual para el primer trimestre (vs. 2,6% un año atrás). Asimismo, el frente laboral ha seguido deteriorándose, pues la tasa de desempleo promedia un 11,1% durante enero-febrero del presente año (+0,2 pp frente a 2016), reflejando los problemas de la elevada indexación salarial (ya comentados).
La Junta del BR redujo su tasa repo-central en 25 pb en su pasada reunión de marzo, ubicándola en 7%. Dicha decisión estuvo en línea con lo recomendado por la mayoría del mercado, donde 72% (incluido Anif) percibía un ambiente propicio para dicho recorte.
Dada la postración del sector real, Anif considera necesario una tasa repo más estimulante, llevándola hacia 6,75% en la próxima Junta del BR, aprovechando el descenso inflacionario (ya comentado). Aunque consideramos que habría espacio adicional para llevar eventualmente dicha repo hacia un 6,5% en junio, de allí en adelante el BR deberá actuar de forma más pausada, pues se habrá alcanzado niveles estimulantes en la repo-real (de 1,5%), pero la inflación subyacente difícilmente se ubicaría por debajo de 4,5% anual.