Analistas 15/01/2024

Inflación, productividad y desempleo

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

El gobierno de Petro mostró algo de prudencia a la hora de ajustar el salario mínimo (SML) en “tan solo” un 12% para 2024 frente a 18% que solicitaban las centrales obreras. Dicho SML quedó entonces en $1.470.000 mensual (incluyendo subsidio de transporte), pero estará implicando un costo empresarial de $2 millones mes por empleado a dicho SML, dado un multiplicador parafiscal de 52%.

De haberse aplicado la “regla universal” de ajustar dicho SML según la suma de la inflación de 9,3% de 2023 y la variación en la productividad laboral de -3% (al tenerse un crecimiento PIB-real de solo 1% y una expansión promedia de casi un millón de empleos a lo largo de dicho año), el SML se debería haber ajustado solo 6,3% en 2024. Pero el arreglo institucional protege, desde hace décadas, su poder adquisitivo-real y dicho SML debe ajustarse entonces al menos con la inflación del año anterior.

La pregunta de fondo es: ¿acaso los desbordes en la aplicación de la regla universal de ajuste del SML han venido frenando la reducción de la tasa de desempleo? A primera vista la conclusión de muchos es que los desbordes de los tres últimos años (2021-2023) no habrían tenido mayor incidencia, pues la tasa de desempleo promedia ha venido descendiendo de 13,8% hacia 10,2%. Y, sin embargo, la teoría y la práctica macro-laboral indican que estos análisis deben hacerse es bajo la dinámica de los mercados laborales (conocida como el Nairu). Esta intenta responder la tendencia del desempleo promedio determinada por el “costo laboral unitario” y los efectos de la aceleración de la inflación respecto al desempleo estructural.

Dicho de otra manera, esa respuesta debe involucrar la velocidad con la cual el desempleo promedio en Colombia se acerca a 9%, que es el valor estimado de “equilibrio-dinámico”, en momentos en que la inflación se había venido acelerando de 2% en 2018 hacia 13% en 2022 y 9,3% en 2023. Esta última trayectoria venía asediando la labor del Banco de la República (BR) al intentar cumplir “la estrategia de inflación objetivo” que busca mantenerla estable en la franja de 2% a 4% anual.

El cuadro adjunto ilustra cómo esa aceleración inflacionaria (2019-2023) se fue acompañando de un marcado descenso en la productividad laboral, pasando de 4% hacia 3% y, finalmente en 2022-2023, a valores negativos de -3% (computada como la variación en la relación Valor PIB-real/Número promedio de empleados por año). Como ya explicamos, esa “protección institucional” (ineludible) nos aleja cada vez más de la correspondencia entre los ajustes del SML y la dinámica sostenible de convergencia del desempleo hacia sus valores Nairu.

La quinta columna de ese mismo cuadro señala que la brecha entre “lo recomendable” y lo adoptado en materia de SML se ha ido incrementando de manera marcada en los tres últimos años (2021-2023), pasando de brechas negativas (2020-2021), hacia crecientes de 4% en 2023 y de casi 6% para 2024. Esta situación minará finalmente la recuperación del mercado laboral, el cual había logrado promediar desempleo de “solo” 10% en 2023 y en presencia de una clara desaceleración económica.

Gráfico LR

Dados los “colchones” generados en 2020-2021 en materia de regla universal, el descenso en desempleo de 2023 (aún bajo crecimiento PIB-real de solo 1%) mostró sus sorpresas, pero en 2024 dicho colchón se habrá esfumado totalmente. De allí nuestra preocupación de que “la moderación Petro” estará resultando insuficiente para continuar con descenso en la tasa promedio de desempleo; y, además, está el riesgo de que se recurra a profundizar la expansión burocrática y de pagos por no delinquir como la “formula” para desahogar el difícil mercado laboral.

Tal como lo hemos comentado en otras ocasiones, la postración de los sectores de industria, comercio y construcción (todos en modo contracción entre -2% y -5% anual) harán difícil revertir el pronóstico de bajo crecimiento en 2024. Además, se tiene el negativo efecto tributario empresarial que tiene la inversión productiva cayendo a -15% anual y las pésimas señales sobre las alianzas público privadas, las cuales habían permitido revitalizar los sectores de salud e infraestructura.

Por último, cabe resaltar, en la séptima columna de dicho cuadro, cómo si bien se ha venido reduciendo la brecha en desempleo respecto de la tasa Nairu de 9%, pasando de 7 pps en 2020 hacia solo un pps en 2023, dicha dinámica se ha ido frenando y en las cifras desestacionalizadas de desempleo del Dane se observa es una aceleración del desempleo hacia 10%.

Como se ve, el análisis del mercado laboral es complejo y envuelve muchas variables demográficas y de oferta-demanda de empleo. Luego concluir, con base en simples correlaciones, que el reajuste del SML en nada afecta el empleo y la política de formalización es un claro error. Error que se ha venido repitiendo desde Duque y bajo Petro, con serias incidencias sobre el ingreso de los más pobres. Esta situación difícilmente podrá seguir siendo subsanada mediante la expansión de subsidios, ya que ello drena los dineros requeridos para apuntalar la inversión productiva, ahora estancada en 18% del PIB, cuando debería estar en umbrales no inferiores a 25%, si es que queremos crecer siquiera a 3% anual.

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