Analistas 20/10/2025

Infraestructura, vivienda y energía: los grandes retos del siglo XXI

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

Con datos bien estructurados y buen conocimiento político-económico sobre funcionamiento estatal, Klein y Thompson (2025 “Abundance”) se preguntan sobre causas del fracaso en provisión de estos bienes públicos en los Estados Unidos durante las dos últimas décadas.

La patética conclusión es que no ha sido por falta de presupuesto público; tampoco han faltado las iniciativas bipartidistas; y se tienen abundantes iniciativas público-privadas cubriendo estas áreas de infraestructura, vivienda y dotación de energía. Lo que ha faltado es foco-ejecutivo y la carga de un cúmulo de sobrerregulaciones que entorpecen los avances y arrojan múltiplos financieros que terminan por descarrilar los proyectos.

Un común denominador es que ello ocurre con mayor frecuencia en regiones con mandatarios del partido Demócrata, donde las regulaciones han buscado múltiples objetivos simultáneos, sin contar con suficientes instrumentos. Los dañinos riesgos de sobrerregulación ya habían sido advertidos por Jan Tinbergen, el primer premio Nobel de Economía (1969), y, de hecho, varios países aprobaron leyes que obligan a evaluar la relación costo/beneficio de alteraciones regulatorias.

Pero esos estudios suelen ser desoídos por los congresistas y su afán legislativo termina agravando la regulación, con contradictorias ordenanzas, y en la mayoría de los casos sin atención al efecto último sobre objetivos (proveer vivienda a costo razonable, mejorar las redes ferroviarias o abaratar la provisión de energías alternativas).

El título del libro sugiere que es posible tener “abundancia” de bienes públicos, a costos razonables y evitando daños ambientales, en vez de la escasez que se viene observando. Es inaceptable tener tantos habitantes de la calle en indigencia, especialmente en California, Oregón y Nueva York. El foco que sugieren los autores implica guiarse por resultados y no por trámites burocráticos que dan la falsa sensación de “bienestar”, cuando lo palpable es costosa-burocracia.

En materia de infraestructura, la historia más deprimente proviene del fracasado sueño (dos décadas atrás) de proveer trenes eléctricos de alta velocidad conectando Los Ángeles con San Francisco, tal como ocurre entre muchas ciudades en Europa (especialmente en España). Tal proyecto nació desfinanciado, pensando que en el camino atraería inversionistas. Y su falta de foco lo llevó a iniciarse en zonas de bajo tránsito; todo eso causó decepción y sobrecostos, en vez haberlo armado de manera modular, tal como lo sugieren los exitosos metros que van cubriendo mayores extensiones.

Tras dos décadas de la iniciativa, el éxito ha ocurrido más bien en la costa Este, donde ya se tienen altas frecuencias entre Washington DC-Nueva York y Boston. Y, aunque no son “trenes bala”, su modernidad y mayor velocidad tienen a la empresa pública Amtrack mostrando por fin buen foco y esas nuevas construcciones son costo-eficientes, pues generan ingresos creciendo ahora a doble dígito y apoyando nuevas inversiones.

En el frente de la vivienda, el fracaso regulatorio se conoce como NIMBYard, donde la idea de zonificación para delimitar los usos de la construcción ha exacerbado los costos residenciales, especialmente en California. La buena noticia es que en postpandemia se ha tenido una contraofensiva para flexibilizar las licencias de construcción.

Ilustran los autores casos exitosos, de iniciativa privada, inclusive en Los Ángeles, aunque los volúmenes aun dejan mucho que desear frente a una demanda históricamente desatendida. En Nueva York por fin se ha aprobado que múltiples viejos edificios de oficinas en la zona de Manhattan se puedan habilitar como aparta-estudios, donde el gran desafío ha estado en la provisión de baños. Y en Texas se ha generado un movimiento de Yes-IMBYard, flexibilizando la aplicación zonal, donde pueden convivir fábricas con zonas residenciales, precisamente porque muchos trabajadores desean vivir cerca de sus lugares de trabajo. Aun se tiene el desafío de abaratar la provisión de ascensores, donde las exigencias regulatorias llevan sus costos al doble de la zona euro.

Y, por último, los autores ahondan en los temas de provisión de energía y telecomunicaciones, donde la investigación y garantías en demanda por parte del Estado han jugado un papel central. Allí se tienen las exitosas historias del Darpa (brazo innovador del Pentágono), Nasa (carrera aeroespacial que permitió el nacimiento de los satélites que hoy comunican al mundo), o del NHI (que posibilitó éxitos en descubrimiento y difusión de la penicilina y métodos mRNA de la vacuna anti-covid).

Al igual que otros autores (ver Dunkelman, 2024, “Why Nothing Works…”), Klein y Thompson enfatizan la urgencia de mejorar las fuentes de energía alternativa y sus redes de distribución y almacenamiento. Paradójicamente, los programas bien orientados de Biden en materia de apoyo Estatal, ahora están siendo desmontados por Trump.

Así que los mensajes de estos autores, curiosamente de estirpe del partido Demócrata, es que debe batallarse rápidamente la sobrerregulación y tener un mejor foco sobre resultados. De no actuarse rápido, pronto se agotarán los grandes avances de tecnología y su difusión acuñados durante 1950-1980 gracias al buen equilibrio público-privado.

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Infraestructura - Inversión - Partido Demócrata - Estados Unidos