Preservación Ambiental: El Legado Humboldt
Con la llegada de Biden, se tiene la esperanza de volver a unir esfuerzos para hacer una realidad el Acuerdo Climático de París (2015). El mismo 20 de enero, Biden anunció la re-vinculación de su país a dicho propósito, después del caótico efecto Trump al repudiarlo y haber desmontado regulaciones pro-medio ambiente.
Con la perdida de esos cuatro años (2015-2019), mediciones científicas recientes indican que, para 2040, luce difícil evitar que ocurra una elevación de dos grados en la temperatura global promedio. De no tenerse éxito en regulaciones más ambiciosas promoviendo energías alternativas, bien podría llegarse a +3 grados. Las simulaciones climáticas ya lucen bastante preocupantes respecto a mayores huracanes, calentamiento marítimo y elevación de sus niveles, con serias alteraciones en ciclos de las cosechas.
Qué importante será entonces reforzar la tarea pedagógica relacionada con las causas de esta grave afectación climática. Primero, debemos rebatir las “fake-news” climáticas que nos dejara la saga-Trump (“no hay calentamiento global, pues veo nieve en el jardín de la Casa Blanca”). Y, segundo, debemos aprovechar la crisis pandémica proveniente del covid para ilustrar cómo los fenómenos biogeográficos están íntimamente relacionados, afectando las relaciones micro-biológicas y sus resultados a nivel agregado.
La psiquis global del mundo desarrollado ahora ha asimilado la menor necesidad de viajes inter-continentales, futilidad de desplazamientos diarios urbanos y mejor aprovechamiento de comunicación digital. Todo ello ayudará a reducir la “huella ambiental”. El problema es que el “capitalismo salvaje anti-ambiental” de China, India y Rusia ha continuado con su daño.
Estos países aplican principios de “free-riding” al reducir sus costos tras la no aplicación de regulaciones ambientales globales. He aquí la importancia de generalizar la adopción de “sellos verdes” (ahora profundizándose y ampliándose a través del ESG) a nivel de las principales rutas de comercio internacional. Los resultados a la fecha no son alentadores, pues Malasia e Indonesia (lo de Islas Java es un horror ambiental) han seguido el camino de arrasar selvas para obtener el posicionamiento en diversas exportaciones agrícolas.
Hablando de tareas pedagógicas, cabe hacer referencia a la obra de Andrea Wulf (2017) “La Invención de la Naturaleza”, donde se ilustra la magnífica vida de Alexander Humboldt en el nuevo mundo (con amplias referencias a sus estadías en América Latina, Estados Unidos, Rusia y las Estepas de Mongolia). Si la juventud colombiana está en búsqueda de inspiración ambiental, compromiso científico e impacto global, esta es la obra para tener a mano.
Todo empezó con un golpe de suerte, al obtener Humboldt permiso de la Corona Española (Carlos IV) en 1799 para explorar sus colonias en América y en Filipinas, pero él tendría que correr con todos los costos y compartir con la Corona sus hallazgos. En compañía del científico Bonpland, iniciarían sus “comparaciones de volcanes” en Tenerife (Islas Canarias) y entrarían a Sur-América por Venezuela, pasando de Caracas hacia la Orinoquía.
Abundaban los peligros de todo tipo: enfermedades tropicales, aislamiento antes de encontrar nuevamente alimentos y caer en fuego cruzado de altamar con escuadras enemigas Británicas. Son famosas las detalladas descripciones de Humboldt sobre su experimento de estampida de caballos en pantanos de la Orinoquía infestados de anguilas-gigantes, para así poder medir la intensidad eléctrica generada; sus hallazgos de nueces especiales en Brasil; sus hipótesis sobre por qué podrían estar cambiando los niveles de los lagos, anticipando el verdadero concepto de “medio-ambiente” geo-esférico interconectado. Aunque los lugareños lo sabían, fue Humboldt el que explicaría el fenómeno de cambios en niveles de ríos y lagos debido a la inter-conexión entre el Rio Orinoco y el Amazonas (conocida como Casiquiare).
Pasó también Humboldt por Cuba y quedó negativamente impactado por el daño ambiental que causaban plantaciones de caña y tabaco. En 1801, Humboldt se reportó entrando por Cartagena hacia Bogotá, donde conoció y quedó impactado por el detallado trabajo del científico español Mutis y su compañero Caldas. Esa sería la mayor y más precisa clasificación de plantas que conocería España ilustrando la riqueza ambiental de América Latina.
El clímax de su viaje a Sur-América (un total de cinco años) ocurrió en su ascenso al Volcán Chimborazo en Ecuador: habían llegado a 19.000 de los 22.000 pies de altura, superando a franceses que años atrás habían abandonado en los 16.000; era un inusitado ascenso, en año 1800, sin equipos adecuados. Son particularmente atractivas los detallados dibujos de los volcanes Chimborazo y Cotopaxi y sus comparaciones con aquellos que Humboldt había conocido en Italia.