Reforma tributaria y margen de gravamen
Con frecuencia se escucha que el espacio para tributar más en Colombia es estrecho o hasta inexistente, a pesar de las múltiples necesidades de gasto que tiene el país y la prevalencia de un déficit estructural en cabeza del Gobierno Central (GC) del orden del 2-3% del PIB. Por esta razón vale la pena retomar este tema del margen de gravamen que presenta Colombia al compararse, por ejemplo, con el referente (tan cercano) que es Chile, país modelo de la región.
Anif y Fedesarrollo han venido mencionando insistentemente que Colombia está en mora de impulsar una verdadera reforma tributaria estructural que trabaje en tres áreas simultáneamente:
1. Mayor equidad en el gravamen de personas naturales y en la relación Capital/Trabajo, si es que realmente queremos superar ese estigma de ser una de las sociedades más excluyentes, con un GINI tipo África de 0.55.
2. Desmonte de los impuestos anti-técnicos, como el 4x1.000 o el impo-patrimonio, distorsionantes de la actividad económica.
3. Incremento de la tributación neta del país en 1-2% del PIB, dado que el GC de Colombia tan sólo recauda 14% del PIB frente al referente de 17% del PIB de América Latina.
En Colombia, las firmas contribuyeron con 4.3% del PIB en pagos de imporrenta durante el 2011, cifra (sorprendentemente) similar al 4.6% del PIB recaudado en Chile por ese mismo concepto. Así que, de entrada, se puede concluir que el margen de gravamen adicional que existe en Colombia no estaría en cabeza de las firmas, sino, alternativamente, en las personas naturales y/o en la tributación indirecta general, a través de la profundización del IVA.
Mas aun, las firmas en Colombia también deben pagar el impo-patrimonio, que les representa un gravamen adicional de 0.5% del PIB (dos terceras partes de dicho impuesto). Pero las cargas adicionales para las firmas no paran allí en Colombia, pues enfrentan toda una serie de gravámenes “operativos” adicionales, tales como los relacionados con el pago de parafiscales (Sena, ICBF y Cofamiliares) que representan un “impuesto puro” que asciende a 1% del PIB y el pago del 4x1.000, equivalente a 0.5% del PIB (que deben asumirlo en unas dos terceras partes las firmas, incluyendo las del propio sector financiero). De esta manera, los impuestos de carácter operativo le suman 1.5% del PIB al gravamen de las firmas, lo que, unido al impo-renta y al impo-patrimonio, deja a las firmas colombianas tributando un 6.3% del PIB (un tercio del total de recaudo tributario de 18.3%), cifra superior en 1.7% del PIB frente a la que enfrentan las firmas en Chile actualmente.
En el caso de los hogares, se observa que el imporrenta en Colombia tan sólo asciende a 1.1% del PIB frente al 2.3% que tiene en Chile. Aun si le sumamos la alícuota de impo-patrimonio y del 4x1.000, el pago de los hogares tan sólo llega a 1.6% del PIB, dejando claro que allí existe un espacio de gravamen cercano a 1% del PIB. Este es precisamente el espacio que, con buen tino, está buscando el gobierno al impulsar su impuesto mínimo alternativo nacional (Iman).
Por último, tenemos otra serie de gravámenes indirectos que comparten conjuntamente las firmas y los hogares, siendo el más importante el del IVA. El IVA recauda en Colombia tan sólo 5.7% del PIB frente al 8% del PIB que se obtiene en Chile, quedando claro que aquí existe un potencial de recaudo hasta de 2% del PIB, pero para lograrlo se requiere reducir el número de tarifas (para ganar eficiencia) e incrementar su tasa general gradualmente hacia el 18% frente al 16% actual.
En síntesis, Colombia tiene relativa urgencia de mejorar su recaudo en 1-2% del PIB y la actual propuesta del gobierno no enfrenta este grave problema. Claramente el espacio para ello en Colombia no está en mayores gravámenes a las firmas, pues ellas ya están aportando 6.3% del PIB vs. el 4.6% del PIB que se observa en Chile (una vez tomamos en consideración los “impuestos anti-técnicos” a los cuales están sujetas dichas firmas). El espacio está es en cabeza de las personas naturales, donde el Iman impulsado por el gobierno es una buena propuesta. También existe un espacio importante en el impuesto indirecto del IVA, pero el gobierno tampoco lo está encarando, perdiéndose una magnífica oportunidad.