Analistas 20/11/2023

Tendencias en costos de salud

Sergio Clavijo
Prof. de la Universidad de los Andes

De manera sorpresiva, la Ocde (2023) registra una esperanzadora contención en los costos de salud a nivel global, resultante de importantes ganancias en productividad, especialmente en fase pos-covid. En efecto, tras su marcado ascenso, pasando de 7% del PIB hacia 9% durante 2000-2010 en países Ocde, ahora dichos gastos muestran estabilidad (habiendo tocado un tope de 10% en 2020-2021).

Allí se destacan los sistemas nórdicos al reducirlos hasta en 2,5 puntos del PIB, a pesar de su añejamiento poblacional. Esto gracias a una exitosa combinación de agilización de procedimientos gerenciales y mejor aplicación de tecnología de punta, incluyendo “inteligencia artificial” para mejorar diagnósticos.

El reconocimiento del Premio Nobel en Medicina 2023, a la Sra. Karikó y a su colega Weissman por el desarrollo de vacunas ARNm, atestigua la revolución del campo biológico y cómo este tipo de modificaciones ADN estarían incrementando la esperanza de vida al nacer, hoy bordeando 82 años en países Ocde.

Esta combinación de mejor gestión y avances tecnológicos ha reportado un incremento cercano a 13% en la productividad salud, durante la última década, prácticamente duplicando la productividad media de las economías Ocde (ver The Economist, “Under the Microscope” oct. 20 de 2023).

En cierto sentido, estas cifras vienen a contrarrestar la conocida hipótesis de Baumol sobre la “enfermedad-de-costos” en tareas relacionadas con el sector servicios, las cuales suelen ser intensivas en mano de obra.

He aquí que este sector de salud tan intensivo en mano de obra, especialmente en el cuidado de la tercera edad amenazada por enfermedades respiratorias, ha demostrado que puede lograr el delicado equilibrio entre mantener relativamente bien remunerado su personal y contener la tendencia estructural a elevar sus cotos (más que en los sectores de no-servicios).

Además, recordemos que los servicios de salud constituyen “un bien superior”, lo cual quiere decir (a nivel microeconómico) que los hogares con mayores ingresos tienden a consumirlo más y, por lo tanto, a generar una mayor inflación de demanda.

Pero entonces la historia interesante y muy relevante para las políticas públicas del momento es que en el sector salud la mejor gestión público-privada y los avances tecnológicos están ganándole el pulso a estas presiones de demanda que durante los años 2000-2010 habían dejado una sensación de impotencia. Esta tendencia estructural era particularmente perversa en los Estados Unidos, donde su gasto en salud era el más elevado en países Ocde (cercano a 17% del PIB) y hoy todavía arroja un gasto per-cápita cercano a los US$13.000 / año respecto de una media europea de US$7.000.

Un elemento que ha ayudado mucho a la hora de contener esa tendencia alcista en costos de salud ha sido la mejor gestión en adquisición de medicamentos, expandiéndose al mundo de los “genéricos” y de compras en bloque-Estatales. India y Brasil han mostrado las mejores alternativas para el mundo emergente y Colombia también lo ha seguido, con beneficios similares.

Gráfico LR

Todo este cambio en tendencia global sobre contención de costos en el sector salud ha debido ser el marco obligado de referencia a la hora de pensar en reformar la institucionalidad público-privada del sector salud en Colombia. Infortunadamente, estos análisis cuantitativos (de oferta y demanda micro sectoriales) han sido los grandes ausentes en el debate público, gobernado por la ideología Petrista anti-sector privado, tal como ocurre en los otros sectores de energía, infraestructura o de ahorro pensional.

En el gráfico adjunto se observa cómo tras el ascenso en gastos en salud, especialmente durante 2000-2010, el nivel de gasto en dicho sector había pasado de 12% del PIB hacia 17% del PIB en los Estados Unidos (antes comentado). En cambio, en España se había incrementado de manera menos pronunciada al pasar de 6% hacia 9% del PIB, lo cual reflejaba mejores manejos en Europa que en los Estados Unidos.

Pero la correlación más interesante estaba en que las ganancias en expectativas de vida eran mayores en el caso de España (con menores incrementos en gasto), elevándose de los 79 años hacia los 84 años durante esas dos décadas. En cambio, en los Estados Unidos se tenía un progreso marginal al pasar de los 77 hacia los 79 años durante el mismo periodo. En el caso de Colombia dicho gasto había estado cerca de 7% del PIB, pero las mayores coberturas ahora lo perfilan hacia 10% del PIB, afortunadamente con ganancias en expectativa de vidas similares a las de España (en su pendiente).

Angus Deaton (2023) ha venido remarcando cómo debido a problemas de obesidad, alcoholismo y drogadicción (especialmente con los fentanilos) se empieza a ver un retroceso en este índice de esperanza de vida al nacer en los Estados Unidos, particularmente entre jóvenes sin educación superior. Aunque muchos discrepamos de su exagerada hipótesis de que ese tipo de problemas sociales están atados directamente a la aprobación de los TLCs (lo cual le encanta también concluir a Stiglitz), es evidente que se tiene un problema de salud pública y un elevado costo. Estos problemas se han agravado por cuenta del lobby ejercido por el sector farmacéutico y amparado de manera recurrente por las empresas consultoras (ver Bogdanich and Forsythe, 2022, “When McKinsey Comes to Town”).

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