Trayectoria fiscal: proyectada vs. observada
En 2021 emprendimos desafiante investigación que se proponía proyectar posibles trayectorias de cuentas fiscales de Colombia (2021-2024), considerando pesado lastre de gasto público resultante de la pandemia (2020-2021).
Tuvimos interesantes debates con el equipo de Asobancaria del momento y acordamos analizar tres escenarios. El A contemplaba continuar con ese mayor gasto público. Pero, en ausencia de significativa reforma tributaria, el déficit fiscal y su financiamiento escalarían. Esto implicaba continuar emitiendo deuda “sin grado de inversión” y con mayores primas de riesgo-país.
El B apuntaba hacia restricción del gasto público, también bajo ausencia de reforma tributaria significativa, dados los impasses de la saliente Administración Duque, cuya reforma tan solo lograría +0,5% del PIB de mayores recaudos. Luego ese escenario implicaba elevados riesgos de mayor tensión social por cuenta de tales recortes presupuestales. Recordemos que se tenían entonces preparativos para un histórica contienda electoral (2022-2026), con elevada probabilidad de que Colombia también enfrentara un gobierno izquierdista, como en Brasil, México, Chile y Perú.
Y el escenario C mezclaba necesidades de continuar con ese mayor gasto social (en salud y pensiones), pero apuntalándolo con incrementos en el recaudo tributario proveniente de asalariados más pudientes y reduciendo exageradas exenciones al IVA (ver Clavijo, 2025 “Descentralización…” Febrero-SSRN). Este escenario C era el más recomendable al equilibrar lo social con la sostenibilidad fiscal. Y el escenario A (mayor gasto no respaldado por mayor tributación) era el menos conveniente y el de mayor riesgo populista. Los detalles fiscales de esos pronósticos se pueden consultar en Clavijo (2022 “Deuda Pública…” Doc-CEDE # 4, febrero).
Han pasado ya cinco años desde aquel ejercicio de predicción fiscal, luego vale la pena “tomarnos la lección” sobre cuáles de esos tres escenarios terminó ocurriendo. Si preguntáramos a quienes siguen las finanzas públicas, probablemente concluirían que ocurrió algo parecido al escenario C (el más recomendable), el cual buscaba equilibrar las necesidades sociales con mayor recaudo. Claramente no ocurrió el escenario B de reducción de dicho gasto social y sin buscar mayores recursos; pero, como veremos, las cifras fiscales nos indican que más bien ocurrió fue el escenario A, donde el esfuerzo tributario resultó siendo tan efímero que es como haber dado un “fuerte salto social” (Ocampo 1 y Ocampo 2) hacia el populismo fiscal.
El mayor recaudo tributario ocurrió solo en 2023; mientras las trayectorias de gasto 2024-2025 ratifican elevado componente de gasto populista. Esto ha agravado la situación de las finanzas públicas y ha generado una relación Deuda Pública Bruta/PIB cercana al 70% y con gastos en intereses de 4,7% del PIB. Esta situación vino a atenuarse por la “licuefacción” de dicha relación a manos de la persistente inflación de 2021-2025.
Todo lo anterior implica que el gasto primario público (neto de intereses) se ha elevado en +2 puntos del PIB (pasando de 17% a 19% del PIB durante 2021-2025). Y Colombia se encuentra en una peligrosa trayectoria fiscal que nos aleja del grado de inversión, ahora también en lo relativo a la emisión de deuda pública en pesos, tras la reciente degradación de S&Poors. Para colmo de males, esto nos ha hecho perder el acceso a la valiosa línea contingente del FMI, cuyas discusiones continuarán en este segundo semestre de 2025 y tras haberse abandonado la Regla Fiscal de manera irresponsable por parte de la Administración Petro.
El cuadro adjunto compara diferentes rubros fiscales y calcula las diferencias entre las proyecciones generadas (en 2021) y los datos observados a lo largo de 2019-2024. Allí se observa que la diferencia en total de los ingresos fue mínima, excepto por 2023, cuando el dato proyectado se quedó corto en cerca de 2% puntos del PIB, al alcanzar de manera sorpresiva el recaudo tributario +2,7% del PIB. Ello fue resultado de +0,5% de la reforma Duque en 2021 y de +0,5% de la de Petro en 2022, sumado a la elasticidad PIB-real de pospandemia, con 7% anual de crecimiento promedio en 2021-2022.
Pero, en 2024-2025, el recaudo ha regresado a niveles del 14,5%-15,5% del PIB. Y ello claramente ha resultado insuficiente para enfrentar el salto en el gasto público, el cual no se ha limitado al gasto social, sino que compromete de manera preocupante los rubros operativos de “dirigismo electoral” de cara a la contienda de 2026.
En el rubro del gasto se observa que el salto se dio en 2022 (incluyendo intereses de la deuda pública), y en 2025-2026 (con el Presupuesto reciente presentado) todo apunta a sostenerlo cerca de 24% del PIB (+2% respecto de 2019). De esta manera, el resultado ha sido un déficit estructural cercano a 7% del PIB y con una deuda bruta escalando hacia 70% del PIB e intereses anuales de 4,7% del PIB.
Luego NO es que Duque nos hubiera embarcado caprichosamente en mayor gasto público, sino que la pandemia así lo exigía de manera temporal. Luego el craso error de los ministros de Hacienda de Petro fue haber creado la ilusión de mayor recaudo y de esta manera apuntalar el mayor ritmo de gasto de Colombia, bajo un Gobierno inepto y populista. Todo esto requerirá instrumentar correctivos de fondo durante 2026-2030.