¿Y qué fue lo que Perry nos contó?
Guillermo Perry nos contó detalles de su interesante vida al servicio del sector público colombiano y de sus avatares como aprendiz de político. Y él mismo concluyó que había sido engañado en “su inocencia técnico-política” a manos de un Samper que traicionó (al aliarse con narcotraficantes) los principios de la social-democracia que creían estar construyendo desde mediados de los años setenta.
Guillermo fue un destacado ingeniero Uniandino, con vocación matemática. Pero desde muy temprano detectó que lo suyo serían las políticas públicas: i) se inició con la tributaria (director Dian, a temprana edad, bajo López-Michelsen); ii) seguirían las minero-energéticas (Minenergía bajo Barco); y iii) múltiples facetas del presupuesto público, en temas sociales (jefe para América Latina, Banco Mundial, 1996-2007), infraestructura (FDN) y fiscales (Comité Regla Fiscal).
A Guillermo le hubiera fascinado ser también banquero central, lo cual intentó en varias ocasiones. Pero tal vez su heterodoxia nunca le permitió aceptar que un banco central debe: i) subir sus tasas de interés precautelativamente (evitando burbujas hipotecarias, como la que él presenció en 1993-1996); ii) dejar flotar la tasa de cambio, pues su valor real termina imponiéndolo el mercado (a pesar de los controles de capital golondrina); y iii) preservar la solidez bancaria, evitando prestamos temerarios.
Empero, encontré sintonía con Perry en los problemas de “enfermedad holandesa”, la cual causaba desindustrialización por cuenta de la sobre-apreciación cambiaria. Hasta él veía que ello tuvo una raíz fiscal, denunciando la falta de ahorro Uribe-Santos y la desaparición del Faep. Todos los gobiernos reconocen la alta dependencia exportadora minero-energética y, sin embargo, poco se hace para corregirlo.
En sus últimos años, Guillermo cumplió un doble papel de vigía fiscal, algo contradictorio. De una parte, expresó fuertes críticas desde las Comisiones Tributarias-Gasto (2015-2018), las cuales develaban deterioro respecto de las encontradas por la Comisión de Racionalización (1995-1997) que el promovió.
Pero, de otra parte, buscó darle credibilidad al anclaje fiscal como miembro del Comité de la Regla Fiscal, aunque últimamente dudaba que ello estuviera ocurriendo. Y, en efecto, hubo exceso de acomodamiento fiscal bajo presiones estructurales, lo cual ha conducido a la degradación crediticia de Colombia (aunque todavía con grado de inversión). De hecho, la relación Deuda Pública/PIB terminó por escalar continuamente del 35% a 51% durante la última década.
Alcanzamos a comentar con Guillermo su columna dominical de julio-2019 en la que alertaría sobre los peligros de adicionar gasto por 1% del PIB, aduciéndose vigencias pasadas. En agosto 2019 convinimos un almuerzo para discutir mi propuesta de “sinceramiento” de la Regla Fiscal, pero él me anunció su viaje a Baltimore (...del cual nunca regresaría). Recuerdo sí que me había dejado la tarea de comentarle su libro, lo cual ahora cumplo pero tardíamente.
El pico de su carrera pública fue como senador-constituyente. Su posición de centro-izquierda le permitiría construir en esa contienda. Perry reconoce en su libro las bases equilibradas del borrador aportado por la Administración Gaviria, donde De la Calle, Hommes y Montenegro actuaron como arquitectos de su compleja reglamentación (1992-1994).
Encontré grandes afinidades con la evaluación realizada por Perry sobre la nueva Constitución. Han salido bien librados los entes autónomos, como el Banco de la República y las Comisiones de Energía-Agua. Salen con desempeño aceptable la salud y educación, pero a costos fiscales elevados y con baja calidad. Y salieron mal las áreas de descentralización (fiscal) y organización de la justicia (ver cuadro adjunto).
Abogaba Guillermo por reformar el sistema electoral para corregir la corrupción (“mermeladas de todos los sabores”), concluyendo que eran más baratos y menos oscuros los “auxilios parlamentarios” de Lleras o las “cofinanciaciones” de Andrés Pastrana.
Descubrí una faceta desconocida de Perry: la de psicólogo de familias presidenciales, cuyo producto debió dejarlos a todos enojados (... de allí, creo yo, el título de la obra). He aquí el diagnóstico presidencial que nos dejó Guillermo: Lleras (1966-1970), lucido en sus cometidos, pero obstinado-individualista; Pastrana (1970-1974), comprometido con sus Cuatro Estrategias, pero manzanillo partidista; López (1974-1978), tecnócrata-aristocrático, pero soberbio político; Turbay (1978-1982), líder político nato, pero pisoteo derechos humanos; Betancur (1982-1986), humanista bien intencionado, pero carente de Norte bajo turbulencia; Barco (1986-1990), tecnócrata de provincia internacional, pero afligido tímido; Gaviria (1990-1994), avezado en reformas y revolcón, pero obtuso en políticas partidistas; Samper (1994-1998), social-demócrata de corazón, pero manzanillo-narco asociado; Pastrana (1998-2002), honesto en políticas públicas, pero ingenuo en políticas-Farc; Uribe (2002-2006), pro-orden público, pero obsesionado mesiánico; Uribe (2006-2010), buscó políticas sectoriales, pero le pudo la “enfermedad holandesa”; Santos (2010-2014), redujo pobreza- desigualdad, pero de “resfrío” pasó a “flu-holandesa” agravando desindustrialización; Santos (2014 -2018), consolidó la paz-Farc, pero agravó la corrupción territorial-electoral y narcotráfico.
Descansa en paz, Guillermo, lo has dicho casi todo.