Analistas 03/08/2023

El hábito no hace el monje, pero…

Sergio Molina
PhD Filosofía UPB

Dudemos de lo genuino y espontáneo de la “mueca” moderna en las seudo fotos publicadas. En los óleos las monarquías no sonreían en sus poses aristocráticas para dar a entender carácter y escondiendo de paso el sarro en los dientes.

Otrora la no sonrisa daba aire de autoridad, la mueca era vulnerabilidad, al contrario, hoy el ceño fruncido sugiere aflicción y afección, por eso reímos tanto en sociedad. La postmodernidad fundamenta la reputación en la imagen de la red social. Hay un deslinde en las personas, somos unos en el registro fotográfico y otros en la realidad.

Llegamos a casa y exclamamos con la interjección “Uf”. Lo postizo cansa y por ello refresca quitarse los zapatos, soltarse el cinturón, dejar de empinarse para falsear estatura o sumir abdomen para parecer fit (ajustado a la ropa). 12 horas pareciendo “gente bien” agota. Gente bien no es lo mismo que “gente de bien”. Las redes permiten exagerar pues la vulnerabilidad parece ser aprovechada por la competencia y como en el Masái Mara Africano, muere el que se muestre débil.

En las redes exhibimos los dientes sugiriendo vitalidad, control y estabilidad; se expresa el “no miedo”. Los pavos reales que buscan empleo o pareja a partir de filtros, saben que el momento de verdad llegará tarde o temprano, por eso creo que aceptamos la realidad virtual hasta cuando esta se mete con nosotros y sentimos que de allá para acá nos están mintiendo.

El tú, “aparente”, se contrasta con el tú “real” por las empresas de reclutamiento laboral y hasta los que buscan pareja. La última palabra para verificar atributos está entre el cotejo de lo que presento en carne y hueso y mi contenido en redes.

El punto de vista, que no es más que la vista de un punto, ahora es más impreciso que cuando se seleccionaba personal con un curriculum vitae sencillo en una hoja azul. Hay que ir a tientas mirando con suspicacia cada foto publicada o cada “me gusta” en una polémica en red.

Stalkear, anglicismo que significa acechar o revisar, es lo que queda en el intento por descifrar identidades. Hay una nueva tensión en el relacionamiento humano: en un extremo quien finge y en el otro, quien decodifica, este último intentando percibir lo que es fake (anglicismo que se nos inoculó).

Los filtros de las fotos son un porcentaje texturizado de quien intenta aprobación, lo mismo el escenario, que imposta lugares exóticos que en las video llamadas hacen suponer que el interlocutor nos habla incluso desde la oficina oval.

¿Qué queremos revelar y qué ocultar realmente?, ¿Qué autoconcepto queda en las personas hoy?, temerosos que se exhiben osados, exitosos y retadores. Mucho se puede concluir de lo publicado en los perfiles y a la vez nada, pues dudo que sea la evidencia de hechos reales, más bien una idealización del estilo de vida. Entonces, el hábito no hace al monje, pero si dice de que comunidad es.

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