Analistas

Sobre las compras por caridad

Sergio Molina

Me invitaron a una feria en una plazoleta y me insinuaron que comprara algo como gesto de colaboración con los emprendedores. No es donatón ni acto benéfico, -recapa-cité-. Cuando compro, además de colmar la necesidad, obtengo agrado y convicción por lo comprado, como un bien cierto, funcional y manufacturado responsablemente, además del amor y la minuciosidad con que se produzca.

Romantizamos emprender y terminamos haciendo más caridad que mercado. En situación similar, discutía con un escritor emergente el temor que le suscitaba la posibilidad de que nadie fuera al lanzamiento de su primer libro. Cuando lo presentó al público, algunos compraron su obra por compromiso, como “detalle” con la nueva promesa literaria, no muy convencidos de lo que adquirían.

Diré algo impopular: “comprar por comprar, es como hacer patria yendo a ver una película de producción nacional, sin más consideraciones que la de colombiano compra colombiano, porque sí”. Qué bueno que coincida la preferencia por lo doméstico, y las buenas características del producto o servicio.

Comprar por simpatía con el oferente no es igual a comprar con la convicción de lo requerido y producido con rigor. Vamos a una muestra empresarial o a una feria artesanal y terminamos encariñándonos. Hacer caridades con las compras no es el camino más estimulante para los nuevos emprendedores que quisieran argumentos más sustentados para la compra que la lástima, “la lástima lastima”.

Por compasión damos “me gusta”, compartimos contenidos y hacemos cosas que a la larga no contribuyen a enaltecer al que manufactura. La compra solidaria no es continua y casi nunca genera relaciones a largo plazo. Comprar por ayudar, no es igual a propiciar el ingreso al mercado, soportado en las especificaciones del producto o servicio y en las garantías posventa ¿Qué favor, si es que lo fuera, constituye el adquirir por caridad? No va más allá de generar ficción a un productor espontáneo.

Al contrario, si fuéramos sinceros y específicos en argumentar que: “no necesito lo que ofreces por ahora”, “te recomiendo una mejor presentación”, “revisa tus precios de venta”; quizás estriamos haciendo aportes más contributivos para el emprendedor que quiere más realidad y menos pesar.

La continuidad de los negocios, es más probable por la preferencia a partir del buen servicio y la producción sostenible y responsable, que por la simple justificación de hacer país o estimular cualquier idea, únicamente por aquello del feeling o “me caíste en gracia”.

Seguro que el ímpetu y la determinación de los emprendedores coincide en decir: “Denme la oportunidad de enseñar mi producto, más no por caridad”. Ordenemos la empatía y la solidaridad, emociones y sentimientos que nos toman por sorpresa, conllevándonos a la nostalgia que rememore nuestros inicios como emprendedores, algo como, “así era yo”.

La sensación de pertenencia y preferencia por una marca, se generan después de verificar un buen entregable y no antes. Es un hecho, nada mejor que una ayuda auténtica, fundamentada en impulsar sin cargar a la fuerza y por compromiso.

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