Analistas 02/10/2024

Viviendo y pensando al diario

Sergio Molina
PhD Filosofía UPB

José, un amigo que paseaba en las bellas playas del Pacífico colombiano, conoció a “Vito”, un hombre natural de la región que, despuntando el alba, recobraba con un sedal, un pescado de aproximadamente tres libras. Queriendo hacer amigos, José le preguntó si ese era el principio de la faena, a lo que “Vito” respondió: - Principio y fin, yo pesco el diario.

Esa actitud relajada del lugareño, fue seguida de una explicación no pedida mientras, ordenaba para irse: - “Aquí solo se saca lo que se consume en el día, ¿para qué más mi seño?”. Sin ahondar mucho, mi amigo y yo concluimos luego, que esa elemental pero constructiva postal, era una de esas obviedades que se pierden de vista: “Vito”, aunque tenga la despensa a sus anchas, no abusa de la abundancia.

No es muy distinta la experiencia de tomar solo lo necesario, con la filosofía corporativa de manufacturar, lo que va teniendo más salida y demanda, adquiriendo únicamente los insumos suficientes y amparados en el “justo a tiempo” en la entrega del proveedor. Tener inventarios robustos puede ser una impericia financiera, un riesgo de daños en la materia prima y un mayor costo de almacenaje. El pescador sabe que, al día siguiente, si cuenta con la ventura de amanecer vivo; repite la rutina del día anterior con la misma expectativa: “proveerse algo para el diario y no acumular”, lo que hacen otras especies como las ardillas que en otoño guardan bellotas para el invierno. La consciencia y certeza de hechos ciertos y fácticos, conlleva a la tranquilidad y ello no es ligereza, es lo que no debemos perder: la confianza.

Reparando nuevamente en lo de “Vito” y haciendo metáfora, coincidimos mi amigo y yo que, así debiera ser el disfrute: ¡vivir al día y el día!, una especie de economía de bienestar que no nos anticipe en emociones y sentimientos que más que previsión, terminan volviéndose vana preocupación. Gran misterio ese de reconocer la línea entre la planeación y la ansiedad equívoca de pensar en el “por si acaso”. La mente se quiere anticipar incontrolablemente a imaginarios y eventualidades (ansiedad), sin reparar en la esencialidad del hoy. No debe darse como impopular el sentido común y la racionalidad del consumidor que disfruta y saborea (hoy).

En una época llegué a pensar que vivir al día era una vida muy “gitana”, al menos en la tranquilidad que nos sugirieron en cuanto al estilo de vida de los gitanos, no obstante, constato que hay mucho provecho en no acaparar ni tener más reservas de las necesarias. La sociedad del miedo es la que nos lleva a consumir y guardar compulsivamente como si fuera el día final. Lo de “Vito” no es pereza, ni cultura costeña de oda al mínimo esfuerzo, tampoco es excelsa sabiduría, es un acto de racionamiento lógico que ojalá mantuviéramos al consumir, practicando lo que le escuché a otro buen amigo: ¡vamos en hoy!, un día a la vez.

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