Si bien es cierto que el pesimismo de algunos empresarios y por sobre todo de los consumidores, no se compadece con la situación del país que cuenta tanto con sectores económicos de mejores desempeños, como con regiones que se destacan en su desarrollo; también es cierto que la economía general, con un Producto Interno Bruto (PIB) nacional creciendo a un escaso 2%, como sucedió en el año anterior, ha hecho que la demanda de productos y servicios de los hogares esté aletargada. El consumo está afectado. La inversión se está frenando.
Así, el año 2016 estuvo marcado por desaceleración económica, no obstante los esfuerzos del Gobierno Nacional con políticas públicas adecuadas para impulsar sectores como la vivienda, la infraestructura y la educación, y de algunos gobiernos locales con políticas y ejecuciones alentadoras y de aceptación por los inversionistas como en Bolívar y de acogida por parte de los ciudadanos como en Medellín y Barranquilla; también hay sectores económicos y regiones en recesión.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), para el año 2016, en el informe que se detallan las cuentas nacionales por departamentos, 14 zonas de 33 (departamentos, incluyendo al Distrito Capital), crecieron por encima de la media nacional, destacándose Bolívar, Caquetá, Risaralda, Atlántico y Bogotá; y ocho departamentos decrecieron con relación al año inmediatamente anterior, teniendo peor comportamiento Meta, Casanare, Putumayo y Arauca.
Indistinto de esa asimetría, para el año analizado el aporte regional al PIB nacional lo encabezan Bogotá, con 25,7%, Antioquia, con 13,9%, Santander, con 7,7%, Cundinamarca 5,3% y Atlántico y Bolívar cada uno con 4,2%, lo que representa más de 60% del PIB nacional, sumadas estas seis regiones. Los 27 departamentos restantes aportan algo menos de 40% del PIB, habiendo departamentos con participaciones minúsculas. Como Colombia es un país de regiones, existe un desequilibrio marcado en su territorio.
Los sectores económicos que jalonaron el crecimiento, como son la construcción, establecimientos financieros y en parte la industria, se ubican principalmente en las regiones de mayor participación agregada del PIB nacional.
Los comerciantes se quejan por la disminución de sus ventas. Asimismo, la Superintendencia Financiera reporta que las compras con tarjetas de crédito y los avances en efectivo, que se financian a tasas superiores a 30% anual, vienen creciendo en el plazo que toman los tarjetahabientes para pagar, generando costo de mayores intereses. En cuanto a la inversión extranjera, no se está cumpliendo lo presupuestado por el Gobierno en esta materia.
Pues bien, estamos concluyendo el primer semestre de 2017 y la situación no muestra mejoría; por el contrario, la baja del precio internacional del petróleo ha hecho presión en la devaluación del peso frente al dólar, con afectaciones de inestabilidad que generan nubarrones adicionales para el futuro. El desgobierno en Venezuela y problemas en la economía de los principales países de la región, inexorablemente contribuyen a esta situación.
La presión fiscal, la inestabilidad jurídica, la pugnacidad política acentuada en esta época preelectoral y la no aceptación por parte de algunos sectores de la ciudadanía de sus gobernantes, también desalientan la inversión y no animan el consumo.