Analistas

Remesas al nivel del petróleo

Sergio Mutis Caballero

El pulso real de nuestra economía ya no late al ritmo del crudo. Ecopetrol como empresa estatal y las actividades de exploración y explotación petrolera en nuestro país está en deterioro. En el entretanto las remesas, que colombianos desde el exterior envían a sus familiares, siguen al alza. En el primer semestre de este año igualaron los ingresos de la exportación de petróleo. Esto merece ahondar el análisis.

Las exportaciones mineras van en retroceso. La producción petrolera cayó por debajo de los 780.000 barriles diarios y las reservas probadas siguen en descenso. Sin nuevas exploraciones, sin proyectos de recobro, sin apertura al fracking y sin confianza inversionista, Colombia enfrenta un declive energético que amenaza las finanzas públicas. Renunciar al fracking es renunciar a la soberanía energética.

La parálisis regulatoria y el cambio de visión en hidrocarburos y gas nos debilitan. La balanza se afecta con la importación de gas, lo que eleva el precio de este servicio público domiciliario esencial. Hoy tenemos gas para seis años. Si exploramos, podríamos tener para veinte, pero se prefiere importarlo tres o cuatro veces más caro.

La transición energética para la sostenibilidad ambiental es una visión adecuada, pero hay que hacerla sin empobrecer al país. La mejor “Reforma tributaria” es que Ecopetrol crezca en ventas y en utilidades. No podemos pasar de la dependencia petrolera a la dependencia importadora. El camino debe ser gradual, técnico y realista.

A cambio del deterioro del sector energético, en el primer semestre de 2025 Colombia recibió más de US$6.400 millones en remesas, cifra récord. En julio ingresaron US$1.158 millones, también un máximo histórico. El acumulado de enero a julio creció cerca de 14% frente al mismo periodo de 2024. Este flujo ya representa casi 3% del PIB nacional y se proyecta alcanzar en 2025 cerca de US$14.000 millones.

Es así que, si las incluyéramos como ingreso de exportación, las remesas de este primer semestre, además de igualar al petróleo, se ubican por encima de la suma de café (US$2.685 millones) y carbón (US$2.373 millones). Más que envíos desde el exterior, son dinamismo económico. Las remesas han venido ganando participación dentro de la balanza de pagos. No es azar: hay más colombianos fuera del país. Esa diáspora mantiene, mes a mes, una inyección real de bienestar en sus comunidades.

El poder de las remesas es doble: alivio inmediato y colchón para la economía. Son oxígeno en tiempos de inflación. Son fuente fundamental para el consumo doméstico, pero también para apoyar pequeñas empresas e inversiones. Confiar excesivamente en lo que envían quienes se fueron exige respaldo institucional.

En suma, las remesas son un gran alivio para algunas regiones y un soporte vital para muchas familias. Pero el verdadero desafío no es depender de quienes se fueron, sino generar aquí mismo la riqueza que garantice una economía más sólida y soberana ¿Cuándo lograremos que quedarse en Colombia sea más prometedor?

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