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¿Y la educación?

Sergio Mutis Caballero

La educación de excelencia y la generación de conocimiento son pilares fundamentales para el progreso de cualquier nación. Una población educada es capaz de innovar, desarrollar tecnologías y mejorar la productividad. Además, la educación es clave para reducir la desigualdad y abrir oportunidades que impulsen el desarrollo colectivo. Lamentablemente, Colombia muestra rezagos significativos en estos aspectos.

En los dos últimos años, lejos de fortalecer la educación en todos sus niveles, se han exacerbado problemas estructurales de acceso y de calidad. Según datos de Unicef y el Banco Mundial, solo la mitad de nuestros niños de 10 años pueden leer y comprender una historia simple. Déficit alarmante. La Evaluación Pisa de la Ocde, que mide el rendimiento de estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias, sitúa a Colombia por debajo de países como Chile, México y Costa Rica.

Analizando cifras del Sineb - Ministerio de Educación, más de 907.000 niños y jóvenes menores de 16 años están fuera del sistema escolar. Las tasas de deserción anual en primaria y secundaria alcanzan 5,4% en áreas rurales y 3,6% en zonas urbanas, siendo más elevadas en colegios públicos. En educación superior, la deserción es de 11% anual, lo que implica que más de la mitad de los matriculados iniciales, no se gradúan.

En formación universitaria, el QS Ranking 2025 destaca a la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de São Paulo, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Chile. En contraste, y por debajo de las anteriores, solo la Universidad de los Andes (puesto 179) y la Universidad Nacional de Colombia (puesto 219) figuran entre las 400 mejores del mundo.

Recientemente, el Icetex eliminó los subsidios a las tasas de interés de los créditos educativos, afectando a más de 320.000 estudiantes y egresados, especialmente de estratos bajos. Esta medida incrementa las cuotas y limita el acceso a la educación superior. Además, las universidades públicas, que albergan a 1,4 millones de jóvenes, enfrentan un colapso financiero inminente, lo que podría aumentar la deserción estudiantil, ya de por sí preocupante.

Es imperativo abordar las causas de esta problemática: factores económicos, falta de infraestructura, baja calidad educativa, violencia y desmotivación estudiantil. Programas de bienestar familiar, apoyo de administraciones locales y fundaciones sociales que ofrecen transporte y alimentación a los estudiantes más desfavorecidos han mitigado parcialmente el impacto, pero no son suficientes. La nutrición en las escuelas es fundamental para el rendimiento académico.

El presupuesto educativo debe incrementarse y ejecutarse con eficiencia. Es necesario fortalecer la educación pública, mejorar continuamente su calidad, garantizar el acceso a tecnología y conectividad, y asegurar la gratuidad. La capacitación docente y las evaluaciones de desempeño son esenciales.

En educación superior, se requieren créditos y becas, además de expandir la oferta educativa a las regiones. Fortalecer la educación técnica y tecnológica facilitará una mayor vinculación al mercado laboral. Es crucial vincular la educación con el sector productivo. La meta es construir conocimiento como base del progreso.

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