El fenómeno de ‘Pacho’ Santos metido en la política es sin duda una mezcla muy extraña de variables y de mutaciones que no terminan de cuadrar. Aunque impetuoso y hasta irreflexivo, fue un periodista interesante en El Tiempo, tocado de modo genuino por los temas sociales, liberal de pensamiento y crítico del liberalismo como partido, pero también del conservatismo. Era evidente su cercanía con la izquierda democrática y con los movimientos independientes, tanto como para haber intentado reunir en el 98, en su oficina de jefe de redacción, un grupo numeroso de dirigentes sin compromisos partidistas para convencerlos de que armaran una lista única que se constituyera en una fuerza importante en el Congreso (él no se incluía; solo estaba convocándolos). Allí acudieron Íngrid Betancourt, Lucho Garzón, María Isabel Patiño, León Valencia y otros colombianos decentes, pero no se pusieron de acuerdo porque terminaron primando los egos de quién debería encabezar la lista. También era cercano a León Valencia y a Carlos Franco, ex ELN y ex EPL respectivamente, y fue el motor de las grandes marchas de 1999 para exigirles la paz a las Farc y al establecimiento.
Difícil reconocer al Francisco Santos de una década más tarde, acusado de haber ayudado a organizar los grupos paramilitares en Cundinamarca (algo que nunca se le comprobó y que en realidad es un exabrupto), torpedeando furiosamente el proceso de paz en La Habana, divulgando informaciones sobre las muertes de uniformados en atentados que el propio Ejército desmintió, hablando de aplicar choques eléctricos contra los estudiantes en las marchas de 2012. Todo un hombre de derechas que hasta podría terminar de fórmula vicepresidencial de los godos.
También difícil aceptar la diferencia enorme entre el periodista de los años 90, arriesgado, muy crítico del sistema, denunciante y convencido de la objetividad informativa, con el periodista que vimos totalmente alinderado, propagandista y vocero del uribismo cuando fue jefe de noticias de RCN radio en 2011. Inclusive admitió de viva voz, más de una vez, que le estaba haciendo oposición a su primo Juan Manuel, y la cadena tuvo que prescindir de sus servicios. ¿Tendría algo que ver con esos cambios rotundos el doloroso editorial del 21 de marzo de 2002 en El Tiempo, cuando se supo que ‘Pacho’ era la fórmula a la presidencia de Álvaro Uribe? Sutilmente, esa columna de sus primos planteaba serias dudas sobre su capacidad para el cargo: “…Para otros, que lo consideran un periodista y columnista más que un político -dice el texto-, es pertinente la pregunta sobre cuál sería su desempeño en un cargo que puede resultar de una importancia crucial. En caso de que Álvaro Uribe fuera elegido y llegara a faltar, la opinión pública tendrá que evaluar la experiencia y capacidades de Francisco Santos para ser Presidente de Colombia en uno de los periodos más difíciles de su historia”.
Con todo, lo más difícil de entender es esta capacidad para soportar unos desplantes del uribismo que vienen desde 2007, cuando el propio Álvaro Uribe reveló que la opción número uno para ser su vicepresidente en 2002 la tenía Juan Lozano y que ‘Pacho’ había ‘lagarteado’ ese cargo. Vinieron unas semanas de tensión y de distancia, pero todo se olvidó. El 26 de octubre de 2013, en una convención escandalosa por irregular, por amañada y turbia, el Centro Democrático le cerró la puerta a su aspiración presidencial, a pesar de que en todas las encuestas ‘Pacho’ doblaba o triplicaba a Zuluaga, finalmente el elegido. Desde entonces, ha jugado el difícil y tambaleante juego de estar enojado con el Centro Democrático, de no reconocer a Zuluaga, pero de seguir jurando amor eterno a Álvaro Uribe (¿Cómo logra el expresidente ese efecto de ilusionista magistral de convencer a ‘Pacho’ y a cientos de miles de colombianos que en todo lo feo del uribismo Uribe no tuvo nada que ver?)
La semana pasada, Francisco Santos lanzó con toda la bulla su intención de liderar por el Centro Democrático el sí a la revocatoria del mandato de Gustavo Petro. Hace un par de noches, en una reunión de ese grupo, Fernando Londoño lo confrontó fuertemente y defendió la tesis de que, en el momento, el uribismo no debe dar esa pelea y solo concentrarse en su intento por conseguir muchas curules en el Congreso. Hubo un intercambio agresivo de palabras entre ellos, y finalmente Uribe le dio la razón a Londoño. A la mañana siguiente el Centro Democrático emitió un comunicado en el cual aseguró que el tema de la revocatoria debe asumirse con sentido cívico y no político. Una clara desautorización a ‘Pacho’ Santos. Creo que Francisco Santos Calderón es un buen tipo, algo que definitivamente es incompatible con la política. ¿Cuántos desplantes más necesita ‘Pacho’ para entender que está en el lugar equivocado?