Es inusual, en el entorno laboral, la expresión de gratitud como un jefe agradeciendo los aportes de su equipo, un empleado reconociendo sus propios alcances o los beneficios que su empleador ofrece. Es más común el profesional que se tilda “ambicioso”, y expresa inconformidad o aún peor, se siente merecedor de beneficios y del éxito, solo porque sí. Más poder tiene el ambicioso “inconforme” que el agradecido, que arriesga ser tildado de “lambón” por sus colegas y jefes.
Considerado como una práctica “soft”, el sentimiento de gratitud se ha mantenido marginado del entorno laboral. El común denominador cree que estar agradecido atenta contra su ambición y es igual a conformarse con el statu quo. Resulta que agradecer no es conformarse. Más aún, estar agradecido y ser ambicioso no son prácticas mutuamente excluyentes. Practicado de manera consciente, agradecer es una práctica estratégica que implica tomar inventario de lo bueno vivido y aprendido en nuestra vida profesional. Por varias razones, incrementa nuestra capacidad para alcanzar el éxito profesional.
La ciencia demuestra que algo tan sencillo como agradecer, lo cual implica deliberadamente enfocar la mente en lo bueno y reconocer que nuestro vaso está medio lleno, contrarresta la producción de Cortisol, hormona producida por el cuerpo humano al percibir una amenaza. ¿En el entorno laboral, cómo juega en nuestra contra el Cortisol? Los seres humanos tenemos un mecanismo instintivo de defensa, cuya función, en caso de peligro, es estimularnos a pelear o a huir lo mas rápido posible. Para lograr una respuesta rápida, el Cortisol bloquea la parte del cerebro encargada del pensamiento más complejo, analítico y creativo, dando paso al pensamiento más simple. Bloqueado, el cerebro produce respuestas sencillas, con tendencia binaria; sí-no, bueno-malo. Dicho bloqueo mental nos separa de la realidad poniéndonos en desventaja frente a quienes logran “mantener la cabeza fría” en el calor del momento.
Existe una relación directa entre cómo interpretamos el mundo a nuestro alrededor y cómo nos sentimos. Lograr cambiar de perspectiva y ver que nuestro vaso está medio lleno ayuda a sentirnos más motivados. Mirar el mundo por medio de un lente enfocado en lo que nos falta perdura nuestro sentimiento de insatisfacción y está directamente relacionado con la desmotivación frente a nuestro trabajo.
Tomará práctica y disciplina recapacitar en las cosas buenas que se tienen, más aún si hasta ahora su mente ha estado enfocada en lo que falta, en que el vaso está medio vacío. Un hábito que apoya su proceso de aprendizaje consiste en pausar, sea en la ducha, en el trancón, o en el ascensor camino a su oficina, y hacer una lista mental de cosas buenas. Porque en el calor del momento es difícil ser creativo, es recomendable tener presente tres a cinco aspectos de su vida laboral por lo cual se debe agradecer. De esta manera, recordar “todo lo bueno” será más fácil durante los momentos que nos retan.
Para interrumpir el bloqueo mental, ayuda reconocer las señales que envía el cuerpo cuando percibe una amenaza y entra en alerta. ¿Se acorta la respiración, incrementa el pulso, sudan las palmas de la manos? Ese es el cuerpo preparándose para huir o pelear. Es el momento preciso para tomar consciencia, pausar, respirar profundo, y pensar en todo lo bueno que se tiene y proceder a dar gracias. Percibirá el cambio de actitud, la sensación de tranquilidad y el fluir de pensamientos más creativos y analíticos que se sucede.