Acceso digital será un mínimo vital
Pase lo que pase, Colombia será más digital después de la pandemia. Los colombianos con acceso digital están usando servicios como Rappi para evitar multitudes, comunicándose a través de video llamadas de WhatsApp o trabajando por Zoom. Los colegios y universidades han sido forzados a llevar el aula a lo digital y también muchos consultorios médicos. No obstante, los colombianos sin acceso digital están pasando dificultades por un limitado acceso a salud y educación.
A los colombianos digitales no solo les va a ir mejor durante la crisis, sino después de ella. La “normalidad” necesariamente va ser diferente y esto porque lo digital es inmune al Covid-19. Aunque el Gobierno decrete el fin de la cuarentena, los riesgos de salud se mantendrán. Muchos consumidores razonablemente se mantendrán alejados de lugares concurridos.
Mientras no exista vacuna, algunos padres tomaran la decisión de mantener la educación digital. Los protocolos para ingresar al trabajo o al transporte publico serán más exigentes si la posibilidad de contagio es real. En este contexto el acceso digital se vuelve fundamental para ejercer derechos.
Lo que hace diferente esta crisis es el riesgo de contagio al realizar actividades presenciales. El mundo digital no se preocupa por pandemias, pero el ecosistema digital del país no está preparado para asumir una porción significativa de la economía. Ya es hora de pensar que los servicios digitales no son un lujo, sino que hacen parte de la canasta familiar y serán necesarios para reactivar la economía.
Para empezar, la digitalización ya es masiva. Colombia tiene 1,24 líneas de celular por habitante, 42% tiene acceso a internet y es el segundo país del mundo que más horas de video por persona consume. Ya se ha avanzado mucho en servicios, con plataformas criollas como Rappi, pero para consolidar el ecosistema digital, hace falta logística. También hace falta inversión, los alcaldes deben facilitar la expansión de torres y cable. Hay que pensar que el Wi-Fi gratis debe convertirse en algo tan necesario como el alumbrado publico.
Además, se requiere bajo costo, como se ha logrado en África, en donde a través de mensajes de texto se hace comercio digital sin teléfonos inteligentes. En Colombia, tenemos una sobre tasa regresiva de IVA de 4% a las llamadas y esta golpea sobre todo a los más pobres, a quienes no les alcanza para el servicio de Wi-Fi.
Este impuesto se mantiene por presión de los sectores cultura y deporte, pero su recaudo va en declive y sería un error inmenso extenderlo a datos. Sobra decir que el IVA de 19% a los aparatos, en conjunto con la devaluación del peso, es letal para masificar el acceso digital.
Tantos más tramites se pueden simplificar en línea, mejor. Hay que empezar por hacer obligatoria la aceptación de la firma digital. Se requiere un sistema de pagos eficiente para el comercio en línea. Hoy, el sistema de tarjetas de crédito cobra comisiones de más de 2% por transacción además de otros costos bancarios. Para montos por debajo de medio salario mínimo, el comercio en línea debería ser tan fácil como una recarga de celular. La reducción en la carga regulatoria en materia de depósitos y giros debería ayudar a crear entidades financieras puramente digitales en Colombia.
La transición hacia una economía digital cuesta, pero nada es más eficaz que digitalizar para una economía informal como la nuestra. Por ejemplo, es probablemente la más efectiva herramienta para acabar la evasión de impuestos. Cuando algo ocurre en línea siempre deja huella, se puede cobra IVA y queda registrado el ingreso. El futuro será diferente y hay que prepararse.
PS: Sería bueno que el Banco de la República revisara la circular 29 del 2016. Prohibir todos los usos de cripto-activos es, en esencia, lo que no deja crear un sistema económico de pagos. Le haría mucho bien al país y traería genuina competencia a la banca.