Analistas 25/05/2021

Murallas invisibles

Simón Gaviria Muñoz
Exdirector de Planeación Nacional

La primera vez que se midió la densidad de las ciudades colombianas, resultaron sorprendentemente densas según un estudio de NYU. Bogotá resulto 13 veces más densa que Nueva York y Medellín siete veces más densa que Berlín. Las ciudades colombianas son el doble de densas que el promedio mundial y 126% más densas que las Latinoamericanas. No solo las grandes ciudades, Buenaventura es tres veces más densa que Tokio y Apartado tres veces más densa que Ciudad de México. La manera tradicional de entender la densidad de las ciudades le faltaba un componente fundamental: la seguridad.

El consenso ha sido que los principales determinantes sobre la densidad de las ciudades son población e ingreso. Grandes poblaciones incrementan la demanda de tierra y permiten las inversiones requeridas para mantener esa población. De esa misma manera, sociedades más ricas tienden a tener ciudades menos densas ya que tienen menos hijos por familia, residencias más grandes, y usan una mayor proporción de la tierra para usos no residenciales. En general, según demostró Schlomo Angel, en la mayoría de ciudades del mundo la densidad ha venido bajando en los últimos 100 años.

El conflicto armado construyo una muralla invisible sobre las ciudades colombianas, limitando su expansión y encontrando en ellas refugio para millones de desplazados. En una investigación que lideré con NYU encontramos que un incremento de 10% de hechos de violencia organizada alrededor de una ciudad lleva a un incremento de 0,6% en la densidad. Inclusive, en el caso de Colombia encontramos que debido a ello las zonas de conflicto PDET son 40% más densas que el resto del país.

La mayor tranquilidad que ofrece desescalar el conflicto trae nuevos retos a las híper-densas ciudades colombianas. Sin temor de hechos violentos, se podrían expandir sin restricción de seguridad hacia lo suburbano, aumentando la presión sobre la expansión de servicios públicos. Nuestro cálculo, previo al covid 19, teniendo en cuenta el déficit habitacional de Colombia, es que el país podría incrementar su huella urbana en 215% durante los próximos 30 años. Con los avances de tecnología se facilita aún más vivir en rural o suburbano. Si Bogotá tuviera un modelo de desarrollo con la densidad del de Miami ocuparía toda la sabana.

Se vuelve fundamental frente a la caída estructural de densidad que las principales urbes nacionales piensen de manera territorial. En Bogotá el nuevo POT se debe coordinar como mínimo con 21 alcaldías aledañas, poco se ha hecho. El Congreso debe reglamentar la nueva Región Metropolitana. Más aún, la figura de áreas metropolitanas requiere una actualización. Flexibilizando los requisitos de ampliación de municipios para planificar el territorio, se podría sacrificar los poderes tributarios que tienen las áreas. Lo que tenemos es insuficiente.

La huella urbana de las ciudades va a crecer, esto no es una creencia ideológica, sino un hecho aritmético. La ciudad permite economías de escala logrando que la huella ambiental del citadino sea menor. Controlar cómo se desborden nuestras ciudades es fundamental para la sostenibilidad. Coordinando más usos mixtos, habilitación de mayores densidades, y el transporte frenaría la expansión desbordada. En esas zonas estarán las ciudades no por décadas sino por siglos.

La investigación completa https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0264275118308941

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