Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son la agenda de política pública universal en vigencia. Son 17 objetivos con 169 metas, cuyo seguimiento se refleja en 240 indicadores. En general, buscan propósitos de sentido común como disminuir la pobreza o aumentar la cobertura de agua potable.
Se entiende que para que no sean un saludo a la bandera deben tener metas específicas y anclaje presupuestal. Debido a la pandemia, para que los ODS mantengan su relevancia se requiere recalibrar sus metas. Grandes aspiraciones imposibles de cumplir son la excusa para no hacer nada.
Los ODS nacen de los Objetivos del Milenio que buscaron dar propósito unificado a la ayuda al desarrollo de los países donantes. Colombia cumplió los Objetivos del Milenio en un 90%. Los principales logros se dieron en reducción de pobreza, escolaridad y mortalidad materna. Donde no nos fue bien, fue en brecha salarial de género y embarazo adolescente. El ejercicio resultó tan útil que Colombia durante Río +20 sugirió unos nuevos objetivos en la dimensión ambiental y que se involucrara la participación de privados y ONG. A partir de ahí, Naciones Unidas inició un largo proceso de negociación y logró el consenso para su adopción.
Colombia fue también el primer país del mundo en implementarlos. El artículo segundo del Plan de Desarrollo 2014 los incorporó plenamente. Este incluyó 92 de las 169 metas con alcance específico y presupuesto. Ya 19 metas estaban en otros instrumentos como el Conpes y 34 requerían de cooperación internacional.
El reto entonces fue que 39 de los 240 indicadores no se medían en Colombia. En efecto, para 72 indicadores la información era insuficiente o incompleta, es difícil progresar en lo que no se mide. Por ejemplo, las primeras mediciones de desperdicio de alimentos en Colombia se hicieron porque los ODS las exigían.
El principal avance fue aterrizar estos objetivos con líneas de base y metas realistas para 2030 e involucrar activamente a otros actores ya que los ODS no son solo un problema del gobierno. Para lograr los propósitos, los gobiernos sub-nacionales deben ayudar en 110 metas. El apoyo de ONG y empresas se requiere para 88 más. No solo convoca a diferentes sectores, sino también a países pobres y ricos.
Teniendo en cuenta la crisis social por cuenta del covid-19, si las metas ODS no se recalibran, el ejercicio pierde sentido. Ya el Centro de ODS de la Universidad de los Andes estima que 12 de los 17 objetivos se verán afectados negativamente, siendo la desigualdad, pobreza y educación los más golpeados. El retroceso será generalizado en 61 de 96 indicadores incorporados en el índice de ODS para América Latina. Y aunque tres objetivos (Vida Submarina, Producción y consumo responsable, y Acción por el clima) se ven positivamente impactados, esto ocurre principalmente por la menor actividad económica.
Antes de la pandemia, el mundo venía avanzando exitosamente en los indicadores sociales y económicos. El reto grande de implementación era en lo ambiental y en consumo responsable. A pesar del obvio efecto del covid-19 en los indicadores de salud, su impacto duradero es en todos los indicadores sociales. Metas reales que se cumplan son mejores que las buenas intenciones que se quedan en aspiraciones.