Gobierno de empresarios
El presidente Iván Duque está logrando hacer realidad sus pretensiones de cogobernar con los grandes empresarios, a quienes les está cediendo espacios de decisión que privilegian lo privado sobre lo público.
Cumple con una estrategia forjada desde antes de las elecciones del año pasado y que se concretó en una puerta giratoria representada en ministerios y cargos influyentes. No sobra recordar que los ministros de Defensa, del Interior, de Agricultura, de Ambiente, de Transporte y de Vivienda llegaron directamente de agremiaciones empresariales a tomar decisiones en el Estado. Fenalco, Asomóvil, Fenavi, Andi, Asograsas y Asobancaria ‘cedieron’ sus altos directivos para conducir sectores estratégicos desde el Gobierno Nacional.
Otra expresión de esa alianza explícita con el gran capital es la postura del Gobierno frente al escándalo de Odebrecht, sobre el cual llegó a plantear el pago de $1,2 billones al Grupo Aval por las deudas de la mega obra de la Ruta del Sol II. No se hizo realidad porque una valiente periodista dio a conocer lo que se estaba gestando a espaldas del país. Ese premio para Luis Carlos Sarmiento Angulo se frustró en el último minuto y la semana pasada el Tribunal de Arbitramento decidió que el Estado no tiene que asumir deudas y solo debe responder por $211.000 millones.
La vinculación del Gobierno con los gremios se terminó concretando la semana pasada con una pomposa colección de pactos con 45 gremios. Sobre el papel, dichos pactos buscan mejorar empleo y las exportaciones, pero en la práctica tienen como punto neurálgico facilitarles las cosas a los grandes empresarios sin mencionar nada sobre la calidad del empleo, ni la mejora en las condiciones de los trabajadores urbanos, ni de los campesinos, sobre quienes pasa la aplanadora de los agronegocios. Sin contar que esos pactos se prepararon a puerta cerrada y se suscribieron en el Teatro Colón de Bogotá, el mismo escenario donde se firmó el Acuerdo Final con las Farc. Curiosa coincidencia de dos pactos que no solo transitan sobre vías diferentes, además tienen una voluntad diferente de cumplimiento por parte del Gobierno Nacional.
Lo que se ha manifestado oficialmente de los pactos empresariales son lugares comunes ya conocidos. Como lo manifestó Bruce Mac Master, presidente de la Andi, “desde hace años hemos estado esperando una acción conjunta como esta”. Acción conjunta de esta magnitud es nada más ni nada menos que una inaceptable interferencia del sector privado en decisiones reservadas para el Gobierno, que en este caso está concertando a favor de los poderosos gremios.
El riesgo sobre lo que viene en esta alianza es mayor si se tiene en cuenta que son pactos a escondidas y con el anzuelo de la generación de empleo. Uno de los sectores favorecidos con estos acuerdos es el de bebidas azucaradas y comestibles ultra procesados. No se puede olvidar que en esta legislatura seguramente volverá a tramitarse el proyecto de ley para etiquetar esos productos de consumo masivo y advertir sobre los riesgos para la salud, regular la publicidad de estos productos y restringir su venta en colegios. Claramente para la industria estas medidas de salud pública son un “cuello de botella” que seguirá combatiendo para que no se conviertan en ley.
La Cámara de la Industria de Alimentos de la Andi, protagonista de los pactos con el Gobierno Duque, es la misma que en la legislatura anterior calificó de “matoneo” las acciones de organizaciones de la sociedad civil para que los congresistas votaran el proyecto de etiquetado. Sin duda, para gremios como la Andi y Fenalco, la salud de los colombianos es un cuello de botella para las pretensiones de los grandes empresarios de esos sectores de la industria. Con ese panorama, lo público se sigue poniendo al servicio de lo privado, desconociendo a millones de colombianos que no tienen en cuenta a la hora de firmar sus pactos.
P.D.: Álvaro Uribe anunció hace dos semanas que el Centro Democrático radicará un proyecto de ley para facilitar la desvinculación de los trabajadores y la contratación laboral por horas y por días. ¿Otra forma de eliminar los “cuellos de botella” para los grandes empresarios? Como lo hizo cuando fue presidente y les quitó horas extras a los trabajadores con la excusa de generar más empleo.