Las líneas que separan los temas políticos, sociales y económicos a nivel global son cada vez más difusas, no se puede pretender hablar de bienestar económico sin evaluar los acontecimientos en la esfera política y social de un país. La inestabilidad política en Colombia las últimas semanas es una realidad que han compartido todos los países de la región; donde pese a sus dificultades se concentra gente que está redefiniendo la capacidad de la región en la generación de modelos de negocios escalables y altamente competitivos, y eso al final responde a la necesidad de construcción de país.
Más allá de los titulares en medios internacionales las últimas dos semanas sobre la agitación política en Colombia, lo que posiblemente altere la visión de inversionistas entusiasmados con la región por el potencial de crecimiento que se ha evidenciado en mercados emergentes, quiero contar lo que está pasando, pero no enfocado en el hoy, sino lo que ha pasado los últimos 10 años que llevo viviendo en este país lleno de oportunidades. Quiero concentrarme en la evolución en materia de ecosistema y hablar de la confianza como una moneda invaluable y en constante cambio.
Hace 10 años en Colombia apenas se empezaba a hacer mediático el tema de emprendimiento digital, algunas pocas incubadoras y programas de mentoría surgían de la mano de actores locales o extranjeros intentando crear una cultura de innovación a través de replicar modelos de emprendimiento de hubs como Silicon Valley. El paso del tiempo ha hecho que no solo Colombia sino la región en general haya encontrado su modelo y su propio “swing”, más emprendedores explorando verticales que por la naturaleza o lo retos de la región pueden ser más atractivas que en otros mercados, más vehículos de inversión, competencias de pitch, temas en la agenda pública relacionados con el estímulo al emprendedor, programa corporativos para conectar con startups, etc.
Los años han derivado en un estilo propio de emprendimiento, la insistencia de muchos por probar su capacidad para escalar a nuevos mercados se materializó en la entrada de startups locales a Y Combinator, más de 18 jugadores colombianos han entrado en el programa de aceleración de uno de los principales inversores estadounidenses en etapa inicial; y eso más la expansión del foco por país de algunos fondos a invertir a nivel regional empezó a llamar la atención sobre la actividad de emprendimiento local en mercados como US, Europa y Asia. En 2019, Colombia fue el país de la región que recibió la segunda mayor inversión de capital de riesgo, US $1,275 bn, ubicándose por encima de países como México, Argentina y Chile. Bogotá es la segunda ciudad de la región, después de Sao Paulo, donde las empresas captaron la mayor cantidad de capital entre 2010 y 2019, de acuerdo con Invest in Bogota.
El crecimiento de deals y el volumen de inversión por parte de fondos extranjeros validan el potencial de Colombia, un país cuyos retos en educación, salud, Infraestructura, etc, más su fase temprana de adopción digital generan una curva de aceleración del ecosistema pronunciada. La agricultura es un caso muy interesantemente, según el DANE en Colombia el 17% de la fuerza laboral de país pertenece a este sector, lo que hace que el tamaño del mercado, 4 millones 32 mil trabajadores del campo, sea atractivo para un modelo de negocio que se despliegue en zonas rurales, en efecto vemos surgir algunas Agtechs locales con gran proyección como SiembraViva, Carla Tech, Agrapp, Agroune y la creciente presencia de fondos con intereses de inversión en la misma.
Lo mismo pasa con las Fintechs, en los últimos 10 años en Colombia sobresale la oferta tecnológica que le apuesta a sector financiero, muchas de estas aplicaciones responden a necesidades no cubiertas por el sistema financiero tradicional. Gracias al trabajo colectivo entre startups de microlending, sector público y privado, desde el 2012 se ha logrado un avance de 17 puntos porcentuales en bancarización e inclusión financiera, del 70% de población adulta bancarizada al 87.1%, de acuerdo con la Banca de las Oportunidades.
Hay una apuesta clara a nivel global por los mercado emergentes, invertir en estos permite observar el fenómeno de cerca, entender el despliegue de un modelo de negocio a nivel local, impulsar su escalada a nivel regional, y ser los primeros en la fila para apreciar su entrada a economías desarrolladas. La moneda que nos permite seguir apoyando lo que pasa en estos mercados se llama confianza, seguir creyendo, atraer capital económico pero adicional capital intelectual.