Quisiera permitirme algunas reflexiones en torno al impacto de la Primera Cadena de Valor Sostenible para la sostenibilidad de Colombia, presentada en el marco del Foro Manejo Eficiente de Residuos Grasos realizado en la Sede Empresarial Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá.
Es clave entender que cuando pensamos en la sostenibilidad nos referimos al desarrollo de los recursos existentes, ya sean económicos, ambientales o sociales. Es por esto, y no conformes con los aportes en la cadena tradicional del biodiésel, presentamos este proyecto de valor 100% colombiano que pretende reducir más la contaminación ambiental, generar más empleo y aprovechar con el mayor beneficio posible los residuos grasos producidos en la cadena de alimentos.
La cadena es una solución medible y trazable, sincera, sostenible y va más allá para que todos nosotros y nuestras familias tengamos un mejor planeta para vivir. Inicia en cultivos sostenibles de palma de aceite en los Llanos Orientales, donde se envían los frutos a las extractoras y posteriormente se genera una refinación, logrando obtener un aceite refinado, blanqueado y desodorizado, que puede ser usado como materia prima para la producción de Biodiésel, pero que en este caso se usará como aceite de frituras.
Después de su uso, a través de una cadena de distribución, el Aceite Vegetal Usado (AVU) es recolectado desde diferentes sectores donde se consume, con unidades de transporte especializado, y posteriormente es tratado con los más altos estándares de calidad, para ser llevado a la planta de producción de BIO D S.A., en Facatativá, asegurando que se convierta en energía limpia y apoyando el sector agrícola nacional; de tal forma que la materia prima utilizada no compite contra la cadena alimenticia sino que pasa por ella, generando más valor y un balance más positivo en la huella de carbono y en la reducción de gases de efecto invernadero.
Para asegurar este proceso es fundamental no solo promover buenas prácticas de uso en la elaboración de alimentos sino también desarrollar mesas de valor compartido en las que se busquen que los sectores público y privado propongan soluciones tangibles a problemáticas de la industria gastronómica del territorio nacional.
Sin lugar a dudas, es vital el trabajo colaborativo de todos los actores que intervenimos en la cadena de producción de insumos grasos. La cual, como lo mencioné, abarca desde el cultivo de la palma aceitera, la extracción, refinación y el uso - tanto comestible, como para producción de biocombustible - de manera sostenible.
Por ende, el gran reto que tiene la cadena consiste en sostener dicha sinergia con el fin de promover el consumo de aceite de palma 100% colombiano en las frituras e implementar buenas prácticas empresariales en el manejo eficiente de los recursos... Los beneficios económicos de esta cadena de valor se ven reflejados en proyectos sociales a través de capacitaciones, inversión social y promoción de actividades ambientales, culturales y recreativas, dirigidas a la comunidad.
Por todo lo anterior, no me queda más que invitarlos a que trabajemos juntos y nos comprometamos con el desarrollo de esta Primera Cadena de Valor Sostenible y con el futuro de la transformación agrícola del país; donde todos somos protagonistas de esta historia.