Analistas 22/10/2021

El mundo híbrido de hoy

Willy V. Mayenberger
Socio Director de Top Management

Durante los últimos dos años, gran parte de nuestro entorno y las condiciones de vida conocidas nos cambiaron. Recuerdo que mi padre siempre nos hablaba sobre su “antes de la guerra”, y su “después de la guerra”. Así vivimos ahora, pues ya vamos en la parte de “antes de la pandemia”, y ojalá pronto podamos decir: “después de la pandemia”.

Todos en esta época, incluidos empresarios y directivos hemos debido aprender a afrontar los desafíos y los momentos de dificultad que ha traído consigo el covid-19 y sus consecuencias. Y también tenemos que decirlo, no todos lo hemos conseguido.

Desde los órganos de gobierno corporativo de las organizaciones, hemos aprendido a diseñar e implementar estrategias que nos han permitido:

1. Recibir duros golpes que no solo han afectado la rentabilidad de las empresas sino también nuestro propio ánimo y estabilidad emocional.
2. Evaluar las vulnerabilidades, los daños (a veces tristemente, en vidas humanas) y las características propias de la situación para, finalmente: 3. Reaccionar y buscar la motivación, que nos ha llevado no solo a sobrevivir sino también a reponernos y a sobresalir.

Sin embargo, las secuelas han derivado en incertidumbre. En Colombia, una de las muestras más preocupantes es el desempleo. Según las cifras del Dane, en 2020 se alcanzó una tasa negativa cercana a 16%. Aunque hoy esta cifra tiende a reducirse por la positiva reacción de la economía, esta es una problemática, ante todo, de carácter humano.

El golpe más fuerte, que fue inmediato y prolongado, lo han padecido los informales, con un drama adicional: las cifras y estimaciones son tan grandes como inexactas. Al final, la situación se traduce en hambre diaria y condiciones de inequidad extrema para miles de familias.

Sabemos también que a la sociedad colombiana nos caracteriza el empeño por trabajar y la recursividad para alcanzar nuestras metas. A la pandemia se le sumaron los paros, las manifestaciones y la inestabilidad social.

No obstante, si se cumple la proyección de crecimiento económico de un 9% estimada por la firma JP Morgan, habremos cumplido, en contra de todo pronóstico, con una tarea esencial e integral para la recuperación general del país.

Es posible que ya estemos vislumbrando la luz al final de esta dura coyuntura. Al parecer, la economía está respondiendo de forma positiva y, lo más importante, está mejorando el optimismo colectivo e individual. Sin embargo, en nuestra difícil pero prometedora realidad solo podemos afirmar que nadie estará seguro hasta que todos lo estemos.

Desde los órganos de gobierno corporativo hemos aprendido que la flexibilidad y la apertura pueden ser dos grandes aliados ante un cambio que hoy es irreversible. Con humildad y sorpresa hemos descubierto de manera forzada, que la adaptación a la virtualidad sí es posible, convirtiendo inclusive a la tecnología en nuestra gran aliada. La conectividad tiene hoy otro significado para todos.

Debemos canalizar estos aprendizajes e implementarlos, si aún no lo hemos hecho, a nuestras juntas, consejos y comités. Fortalecernos en apertura y flexibilidad, para así entender y navegar en las aguas de lo híbrido.

Concepto este que, pareciera, vino para quedarse tanto en el campo laboral como en el energético. Extraer lo mejor de los dos mundos, el real y el virtual, para alcanzar niveles de productividad que incluso ni nos imaginábamos antes de la pandemia y sus cuarentenas.

Asumamos estas reflexiones como una invitación para escuchar, entender, y ser generosos y solidarios, desde el ámbito organizacional de cara a nuestros stakeholders, pero, más importante aún, con nuestra gente cercana, familiares y amigos para quienes tampoco, estas épocas han sido fáciles.
¡Yo creo que ya somos mejores que antes de la pandemia!

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